PASANDO REVISTA Por Rafael A. Polanco/ periodista y politologo Observando los resultados obtenidos por Paraguay, Costa Rica y Uruguay, refir...
PASANDO REVISTA
Por Rafael A. Polanco/ periodista y politologo
Observando los resultados obtenidos por Paraguay, Costa Rica y Uruguay, refirmo mi convencimiento de que las medidas restrictivas para enfrentar crisis como la provocada por el coronavirus o COVID-19, no siempre darán resultados positivos.
Pienso que los extremos son generalmente negativos. No se debe ser demasiado tolerante, pero tampoco asumir decisiones permisivas o intolerantes, como, por ejemplo, las cuarentenas obligatorias.
Escuchando al presidente de Paraguay, Mario Benítez, en una reciente entrevista en el programa Diálogo con Longobardi, a través de CNN en español, en donde expuso que su gobierno comenzó a tomar medidas desde que llegaron informaciones sobre la situación en China de una enfermedad muy contagiosa que amenazaba con expandirse: el coronavirus.
Es así que el 31 de enero de este año, Paraguay prohíbe el otorgar visas a ciudadanos chinos y a principio de marzo, cuando se presenta el primer caso de la enfermedad en ese país, se aplica una cuarentena flexible.
El presidente Benítez es de opinión que las políticas coercitivas no dan buenos frutos sin la participación consciente de los ciudadanos, porque de nada sirve querer cambiar, de golpe y por raso, los hábitos culturales de la gente.
Por eso he venido planteando en otros escritos la necesidad de que las autoridades entiendan que deben consensuar sus decisiones, no seguir con la adopción de medidas a rajatabla, sin tomar en cuenta otras consideraciones sobre la problemática derivada del COVID-19.
Cuando una epidemia avanza, como ocurre con el coronavirus, primero bautizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 11 de febrero, como COVID-19 y, más tarde, e}l 11 de marzo, como pandemia, hay que aplicar los protocolos sanitarios establecidos.
Pero hay que tomar en cuenta que la OMS hace recomendaciones, no dicta decretos a ser cumplidos al pie de la letra. También los organismos internacionales tienen aciertos y desaciertos. La OMS es un vivo ejemplo de ello, pues desde el inicio de la enfermedad que abate al mundo hoy día ha estado dando palos a ciegas.
Este viernes 5 de junio, por ejemplo, el director de emergencias sanitarias de la OMS, Mike Ryan, olímpicamente pide disculpa por una confusión con el tratamiento de hidroxicloroquina, medicamentos que muchos galenos aquí, y en otras naciones, afirman que les ha dado buenos resultados en el tratamiento a los afectados del virus.
Sin embargo, la OMS objetó su uso, pero luego decir que se podría experimentar con el medicamento. Estimo que a una entidad de ese nivel no le luce estar dando saltos, como ha venido ocurrido con funcionarios de la entidad, que hoy dicen una cosa y mañana otra, cuando tomar que lo que está en juego son vidas humanas.
En la mayoría de los países, se dispuso, dado el alto nivel de contagio del virus, imponer un distanciamiento social de las personas, el lavado de las manos con agua y jabón de manera constante, el uso de mascarillas y guantes, evitar tocarse la cara, los ojos, la nariz y la boca.
Sigo convencido de que todo eso se puede hacer sin tener que encerrar con carácter de obligatoriedad a todos los ciudadanos de una nación o del mundo, como se ha interpretado y aplicado erróneamente en la mayor parte de los países.
Paraguay, Uruguay y Costa Rica son vivos ejemplos de que no hay que llegar al extremo, que, claro está, hay que tomar medidas, pero tratando de crear conciencia para que sean los propios ciudadanos quienes entiendan que, de no actuar como corresponde, ellos serían sus propios enemigos y al mismo tiempo, del resto de la humanidad.
Si hay que aplicar sanciones, que no sea a toda la población, que solo se reprima a los indisciplinados, violadores de las medidas establecidas por las autoridades, porque tampoco se puede permitir el libertinaje.
Paraguay, además de contar con ministro de Salud y Bienestar Social como Julio Daniel Mazzoleni, que ha entendido cuál es su rol y ha aplicado las medidas que corresponden, el presidente Benítez asegura que el gran protagonista del éxito de su país ha sido la ciudadanía, que ha sabido corresponder como es debido.
A tres meses del mundo estar luchando contra el COVID-19, Uruguay y Costa Rica están a la vanguardia contra la pandemia. En la primera semana de junio, Costa Rica registraba 866 contagiados y 10 fallecimientos, Uruguay 738 infestados y 20 muertos y Paraguay 829 contagios y 11 fallecidos.
Costa Rica registra el índice de mortalidad más baja de América Latina y su presidente, Carlos Alvarado, resalta que su país cuenta con un sistema universal de salud pública que cubre el 95 por ciento de su población y una estructura sólida de vigilancia epidemiológica.
En cuanto a Uruguay, su presidente, Luis Lacalle Pou, rechazó aplicar una cuarentena obligatoria y produjo un cierre de actividades de manera selectiva.
Además, el gobierno creó dos comisiones de expertos, no de funcionarios o burócratas. Una para el combate a la enfermedad, integrada por epidemiólogos, virólogos, intensivistas y médicos de otras áreas y la segunda, integrada por tres científicos de reconocimiento internacional para orientar sobre cómo hacer la transición hacia la normalización.
En el caso de nuestro país, medio gobierno está dedicado a tiempo completo a la lucha contra el COVID-19, pero no ha habido espacio ni siquiera para el Colegio Médico Dominicano (CMD), gremio que no forma parte de ninguna comisión de lucha contra la enfermedad.
Paraguay ahora está en la fase dos, la que el presidente Benítez define como una cuarentena inteligente. Resalta que su país nunca paralizó la economía, no se afectó el empleo y, como paradoja, las obras públicas, que tampoco han sido paralizadas durante la pandemia, por el contrario, rompieron el récord al lograr los más altos niveles en toda la historia del Ministerio responsable del área.
Ponderó el hecho de que, respetando los protocolos sanitarios, nunca su paralizó la producción agropecuaria, por ende, de garantizar alimentos para la población, pues los canales de distribución se mantienen operando, a pesar de la tragedia que implica la pandemia.
Hay un elemento que, entiendo, ha faltado en el país y es lo que muchos llaman la voluntad política, que no es otra cosa que la decisión del presidente de la República para convocar a los sectores de la vida nacional a una cumbre para identificar acciones de consenso contra la enfermedad.
El presidente paraguayo señala que la participación de todos los sectores nacionales es un factor que ha incidido de manera determinante en los buenos resultados logrados, además de la gran solidaridad que se ha manifestado en todo momento y que esos resultados se verán cuando pase la pandemia y la historia se cuente sin apasionamiento.
A partir de esos ejemplos, me sorprende que el presidente Danilo Medina Sánchez enviara al Congreso Nacional una cuarta solicitud de prórroga por otros 25 días al actual estado de emergencia, sin antes promover un diálogo con el liderazgo político y con los sectores económicos y sociales.
Parecería que el jefe del Estado está convencido de que, pese a los efectos del COVID-19, él cuenta con la fuerza y el poder necesarios para gobernar la nación según su parecer.
La enfermedad que afecta al mundo, con su secuela de enfermos y muertos, debería motivar acciones en las que se involucre a todos los que puedan aportar elementos que coadyuven a disminuir sus efectos negativos, sobre todo, porque estamos a dos meses y medios para un cambio de gobierno y sería saludable que los potenciales sucesores del actual mandatario tengan conocimiento de primera mano de lo que les espera, del país que van a heredar.
Es innegable que quienes asuman la dirección política y económica de la nación a partir de agosto venidero heredarán en una situación en extremo difícil, prácticamente inmanejable y eso lo sabe el presidente Medina Sánchez, por lo que debería ser más abierto y participativo.
¿O es que se está jugando a que la pandemia sigue su curso, continúen los contagiados y los muertos, que fracasen las elecciones y, a partir de ahí, ver qué pasa? Después de todo, hace tiempo que se patentizó la frase de que este es un país muy especial.
Ahora bien, en qué están los partidos de la oposición, los mismos que habían expresado que no aprobarían una nueva prórroga, luego de que el gobierno comenzara lo que definió como desescalada, en 4 fases, que no es otra cosa, que la reapertura de las actividades económicas.
Los legisladores de la oposición y los oficialistas hicieron causa común en la Cámara de Diputados y, luego de reuniones del presidente del hemiciclo con los voceros de los bloques parlamentarios, la pieza fue sancionada favorablemente, aunque solo por 12 días, dizque por el bien de la nación. $$$$.
Recordé aquello de que: cuando pierda todas las partidas o cuando se me cierren las salidas. Denle mente, si tienen vergüenza para hacerlo, quizás así entiendan por qué unos suben y otros bajan en las encuestas.
