Mi ventana óptica
Por Alejandro Almánzar
A. Almanzar |
Momentos difíciles hemos vivido desde que tenemos conciencia de estar en el mundo, desde que sabemos “somos animal o humano”, la disposición como enfrentemos cada capítulo de esta novela llamada vida es esencial para mejores metas alcanzar.
Es como que la vida sin tropiezos no tuviera sentido, pues sólo se valora en su justa dimensión aquello que nos proporcionó el sacrificio. El niño que en su cuna siente deseo de coger su Bobo o juguete, busca alcanzarlo y si no puede, grita para ser auxiliado.
Toma su jueguito o se coloca el Bobo en la boca y ya el problema se solucionó. Los adultos seguimos siendo niños, sólo que cargados de egoísmo y una descontrolada ambición que termina generándonos mucha infelicidad, sin importar cuanto tengamos, siempre estamos vacíos y deseando aquello que finalmente descubrimos ni necesitábamos.
No es más rico quien más tiene, sino, quien menos necesita, encontramos al que le falta sus extremidades y diariamente se levanta temprano a trabajar, evidenciando que la invalidez física se combate y supera, contrario cuando somos inválidos de mente, alma y espíritu.
Un buen compartir con los demás se convierte en la mejor medicina para el cuerpo y el alma. No es necesario poseer una cuenta bancaria repleta de dinero, ni la finca con ganados para que vivir tenga su importancia, cuando somos capaces de pensar en las necesidades ajenas, aunque de eso no tengamos la solución, tan solo eso nos reporta el inmenso valor que da tener paz.
Cuando alguien llega a mi puerta, no puedo verlo como un intruso que busca quitarme algo, lo veo como el instrumento que “Dios” está empleando para conocer mi capacidad de amar u odiar, cuánto me falta por aprender de esta escuela llamada tierra.
Si este mendigo te dijeras sus deseos de ser algo, jamás te burles, recuerdas, no es un armazón de carne y hueso que tienes frente a ti, es un Alma que usa ese disfraz que, sin importar raza, estatus social, color de piel, lo único que tiene un valor invaluable es su esencia, esa que no cualquier humano puede ver e identificar.
No hay mayor crueldad que con burla matarle el Autoestima a ese objetivo disfrazado que Dios te envió, como cuando te dan un regalo bien envuelto, que al destaparlo pudiera ser de gran valor, pero a lo mejor, termines convencido de que la envoltura exageró el contenido.
Nadie es tan pobre, que algo no pueda dar, como tan rico, que algo no vaya a necesitar, así rezaba una cuña de la Cruz Roja Dominicana, esto podemos aplicarlo en el más amplio sentido de la palabra. En estas fiestas paganas, donde el despilfarro es el mayor protagonista, los invito a reflexionar sobre aquellos que, aunque obrando de la peor manera, se sacrifican en bien de los demás.
Siempre cosechamos frutos que esos seres sembraron sacrificándolo todo, el Maestro Jesús, en esta parte del mundo es un fiel referente, Gautama Buda, en el Asia y Medio Oriente, en fin, imitar sus acciones es lo único que nos asemeja a esos que con sus acciones nos mostraron que en cualquier época podemos compartir y pensar en los demás, más que en uno mismo.
Sean felices hoy, mañana y siempre, recordando a la Madre Teresa replicando “es dando como recibimos”. Finalmente, New York está bien frío hoy, en estos momentos la temperatura está a 12°F, allá diríamos “este frío está pelú”.
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