Mi ventana óptica
Por Alejandro Almánzar
La República Dominicana se encamina a quedar entrampada en las garras de intereses políticos y empresariales, gracias a una población que, con la eliminación de los mejores hombres y mujeres en la continuación de la Era trujillista de mano de Balaguer, renunció a su capacidad de defender al pueblo.
(Nunca me fue tan necesario como hoy, el haber tenido salud, corazón y juicio, hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la patria) Juan Pablo Duarte. Ese peligro no había estado tan latente como desde la llegada al poder de la actual administración, donde nos hablan de fideicomiso y política pública-privada, pero siempre con el mismo propósito, despojar al país de sus derechos a administrar sus bienes, para ellos aumentar sus capitales, que luego llevan a paraísos fiscales a esconder.Lic. Alejandro Almánzar
No es casualidad, que para ganar elecciones el gobierno recurra al gasto exorbitante de recursos que debieron invertirse en alimentación, salud y educación de la gente que luego tendrá que pagarlo con sus impuestos. Los servicios públicos no son prioridad para los gobernantes, porque la pobreza resulta la mejor herramienta para engañar a votantes.
Es ingenuo pensar que la crisis del sector eléctrico no la provocan mafias que siempre han estado al acecho de que los gobiernos inviertan para adueñarse de todo sin invertir nada, la historia del chinero, que pela para que el otro chupe. Ojalá, la indiferencia de la población no lleve al país al abismo, porque a quienes tienen su dinero en paraísos fiscales poco les importa los intereses nacionales.
Enfocado cada uno en resolver sus propios problemas, ya no sólo nos exponemos a perder las empresas públicas, si no, también la soberanía como pueblo, pues desde la Casa Blanca, la administración Biden sigue atacando despiadadamente al país, ya hasta diarios importantes respondiendo a esa línea de ataque no desaprovechan la oportunidad para culparnos de los problemas de un Haití que no creamos nosotros.
El plan parece diseñado para provocar el colapso de la isla, para como carroñeros lanzarse sobre el cadáver. Si el dominicano no despierta de su letargo, mañana será tarde, porque los propósitos de Biden y sus socios es que el país reciba entre tres y cinco millones de haitianos, de lo que creo, no estamos tan lejos para complacerlos en sus deseos.
Tampoco es para extrañarnos, que este gobierno tiene funcionarios trabajando en esa agenda y que ya tengamos cientos de asentamientos de ilegales y comprobarlo es fácil, sólo hay que ir a esa frontera por Dajabón o Pedernales, para ver, cómo ONG trazan las pautas migratorias del país, mientras el gobierno mira hacia otro lado.
La denuncia del senador republicano Marco Rubio, se queda corta ante la invasión pacífica de haitianos. Es momento de preguntar al presidente y sus funcionarios ¿Quién los autoriza a gastar tanto dinero del presupuesto nacional atendiendo problemas de salud que son obligación de Haití y la comunidad internacional?
Debemos abandonar ese silencio cómplice para detener la ejecución de un plan perfecto, que persigue despojarnos no sólo de los bienes alcanzados, si no, que también de nuestra soberanía e identidad como pueblo.
El atrevimiento de autoridades electas no puede llegar tan lejos, pactando la desgracia del país de Los Trinitarios para complacer a organismos internacionales en detrimento de la dominicanidad.
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