Mi ventana óptica
Por Alejandro Almánzar
De acuerdo a la historia, incluyendo la Biblia y otros libros religiosos, el mundo ha experimentado múltiples etapas de caos, desorden y perturbación. Pero sin dudas, son estos procesos los que finalmente han arrojado luz a la tierra.
De eso se trata el panorama sombrío actual, una nueva oportunidad que viene de camino a proporcionarnos días mejores, con resultados más positivos. Aunque parece difícil navegar en aguas turbulentas, sólo se trata de entender sus causes, para llegar sano y salvo a la orilla.
Es asunto de conocimiento, adaptación y capacidad de acomodarnos a la nueva realidad que enfrentamos, en eso tienen razón quienes defienden el proceso conocido como Edad Media, un lúgubre pasado, que también parió sus luces para el orden que nos trajo hasta aquí.
El desorden, muchas veces envuelve su belleza y utilidades, que sólo aquellos que saben descubrirlas sacan mejores resultados. Mientras quienes se conforman con el lamento, cosechan la exclusión hasta del entorno más íntimo que está dispuesto a todo para alcanzar la meta deseada.
Esto significa, nada más quien persigue con ardiente deseo un objetivo, está dispuesto a vencer cuantos obstáculos aparezcan de por medio. Parecería de ingenuo preferir diez libros de autoestima, en lugar de una caja de dólares, pero ahí se pudiera poner a prueba la evolución o involución del tentado.
No estoy insinuando que el dinero sea malo o que no tiene importancia, se trata de una moneda o energía metálica que el sistema nos obliga a emplearla para el desenvolvimiento diario y como no vinimos a cambiar el orden establecido, debemos aceptarlo. Diferente es, creernos que para ser rico necesitamos tener esto en abundancia y que, sin el mismo, no tendremos felicidad o valor alguno, cuando para esto último lo único que necesitamos es sabernos partes del Universo.
Hoy, cuando asistimos a tanta confusión y vemos sombras tenebrosas por doquier, es una señal de los cambios que experimenta el entorno terrenal. Pero la gente se llena de miedo ante el más simple cambio de la naturaleza, porque es lo que nos han enseñado las religiones, como si desconociéramos que todo cambia.
El miedo como la muerte, es el primer monstruo a vencer, pues temer a lo desconocido, es como petrificarnos en un eterno pasado. El mundo no se rendirá a nuestros pies por estar aterrados de miedo, por el contrario, nos aplastará para que no contagiemos a los demás con nuestras debilidades humanas.
Frente al caos, la capacidad de adaptación y creatividad es la respuesta, en lugar de abrumarnos. Estos fenómenos no llegan por “casualidad”, si no, por (causalidad), como cuando hablan del nuevo orden, no se trata de algo que vino solo.
Es como cuando la familia se aumenta, que la casa resulta pequeña y estamos obligados a comprar nuevos utensilios del hogar y agrandar el habitad. Oímos hablar también de Inteligencia Artificial, Economía Circular y otros términos que nos parecen bastantes suigeneris, pero en lugar de temer a esto, debemos ir preguntándonos con qué se come eso.
Teniendo siempre presente, que nada artificial puede superar nuestra capacidad craneal, el problema es, que hemos sido mal educados en términos educativos y religiosos, cuando hasta en nombre de Dios no provocan aprensión e inseguridad, pero tengamos la seguridad, este mundo caótico traerá consigo el verdadero despertar para todos.
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