Mi ventana óptica
Por Alejandro Almánzar
Mientras República Dominicana sólo fue puente para pasar drogas, la policía raras veces se involucraba en fechorías en complicidad con delincuentes, pero cuando ese negocio evolucionó y la paga a contactos allí dejó de hacerse en efectivo y en cambio, reciben mercancía, mucha gente entró al ilícito, incluyendo autoridades.
Es secreto a voces, que la delincuencia no opera por cuenta propia en barrios, sino, que, desde entonces, cuenta con uniformados y fiscales que también buscan lo suyo en la venta al granel de estupefacientes, llevando inseguridad y violencia a la sociedad.LIC. A. ALMANZAR
Agrégueles, que la autoridad gubernamental llega sólo en tiempo de elecciones buscando votos o cuando los conflictos estallan de la peor manera, un caso patético es Capotillo, en Santo Domingo, o Navarrete y Licey al Medio, en Santiago, o sea, si en lugar de una policía represiva y corrompida tuvieramos una institución preventiva, que oriente al joven de la peligrosidad de consumir drogas, otra sería la historia.
Un ejemplo, lo que dice la prensa sobre Herrera, la población prefiere convertir sus casas en cárceles herméticamente cerradas, porque dicen sus moradores que de nada sirve ir a poner denuncias donde nadie le hace caso, como si la autoridad hubiese renunciado a garantizar la paz y tranquilidad ciudadana.
No puede extrañarnos, que el país viva una violencia extrema hoy, gente de trabajo y valiosa para sus comunidades caen abatidos por criminales que cuando no controlan las calles desde una cárcel lo hacen convirtiendo los sectores paupérrimos en guaridas del crimen, teniendo de aliada a la autoridad que juró defender al ciudadano de bien.
Lo más reciente es el señor Francisco Antonio Fernández (Tony) a quien mataron al resistirse a ser asaltado frente a un centro educativo de su propiedad, en el residencial el Ejecutivo, Santiago, dicen que “intentando quitarle su arma de fuego que portaba”.
Desde que el microtráfico llegó a esos cinturones de miseria, la paz social se esfumó, pues cuando la delincuencia compra el silencio de autoridades a cambio de un (Over), la población puede considerarse desamparada y prisionera del miedo que imprimen estos rufianes.
En una nación, donde el Estado no controla la generación de riquezas, sin importar su procedencia. Por eso, el territorio nacional está lleno de puntos de drogas propiedades de agentes de la DNCD, la DICRIM, y fiscales también entran en la trama. Lo hemos dicho reiteradamente, el país marcha hacia la ingobernabilidad por la corrupción.
Y no muy tardío, ocuparemos las primeras páginas en el mundo por haber superado la violencia de países como Centro y Suramérica. Vamos avanzado hacia ese propósito, los delincuentes ya controlan cárceles dominicanas, desde donde ejecutan delitos que incluyen ajustes de cuentas y secuestros, ya tenemos pandillas de criminales que liberan reclusos cuando son trasladados a los tribunales.
Y como buenos competidores, de momento estaremos igualando o superando a Ecuador, México y la Colombia de Pablo Escobar en asunto de criminalidad, gracias al contubernio y maridaje entre autoridades y criminales.
Seguiremos presenciando la lucha entre la DNCD y la DICRIM, trabajando para el crimen organizado, sin que Ministerio Público, la policía, ni los voceros de las instituciones involucradas digan nada. Desde el gobierno también guardan silencio, aunque el presidente Abinader habla semanalmente sin referirse al tema, como si para él se tratara de algo poco trascendente.
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