Por Alejandro Almánzar
El 2023 se despidió, como siempre, la gente anhelando prosperidad del nuevo año, alcanzar aquello que se propusieron y no pudieron, pero del 2024 sólo cosecharemos el esfuerzo que hagamos para mejores resultados.
Esperar recibir eso por lo que no hemos luchado, sobrepasa lo utópico y la ingenuidad. Siempre nos dijeron que, para comer tomates, debíamos preparar el terreno, abonarlo, buscar las semillas, sembrarlas y cuidarlas desde su germinación hasta que está la cosecha, salirnos de ahí y esperar algo, es como intentar cosechar aguacates habiendo plantado tomates.
Aunque nos hablan de un Dios que premia la vagancia, ante quien debemos doblar la cerviz y arrodillarnos como pedigüeños a suplicarle por lo que necesitamos, para que si este está de buen humor lo conceda, aceptando eso los resultados serán siempre proporcionales al esfuerzo realizado y nada más.
En ese juego de religiones, se involucra también el Estado, convencidos de que mientras menos piensa la gente, más fácil arrean la manada. De ahí, que despidamos cada año sumidos en la quimera, y acciones que creíamos superadas tanto en La República Dominicana como en Los Estados Unidos.
Donde el que tiene el poder, en lugar de gobernar para bien de su conglomerado, invierte el tiempo en acoso a sus adversarios, evitando que estos les desplacen del trono, pues, aunque en el tercermundismo vimos eso como estrategia política, jamás pensamos en el país del Norte pensaran igual.
Este viejo año cierra su ciclo remontándonos más de medio siglo atrás; donde la policía de Trujillo, todavía detiene por “sospecha” al ciudadano, práctica antidemocrática que creímos superada; “intercambios de disparos” han sustituido el mazazo del juez y el Estado de Derechos conquistado.
Dicen parientes de dos oficiales de la Armada Dominicana muertos juntos a un civil en el 12 de Haina por la DICRIM, que estos fueron apresados y esposados, para luego aparecer ejecutados bajo tan perversa modalidad, con lo que “auxiliares de la justicia” toman la ley en sus manos, a lo mejor para oficiales de altos rangos eliminar una posible delación de sus cómplices.
Como las delaciones de un narcotraficante diputado, que al principio dijeron había sido arrestado al llegar a Miami, y ahora sabemos este viajó a entregarse a las autoridades estadounidenses que lo reclamaban por cuentas pendientes con la justicia aquí.
Y como es habitual en esos personajes, para bajarse la condena que le tenían reservada, este denunció a sus socios de la política, desde el ejecutivo, hasta sus colegas congresistas que recibieron dinero de su empresa delictiva. Hace mucho, Miguel Gutiérrez buscaba proteger su actividad mafiosa con la política.
Para 2016, buscó plaza en el PLD, donde dicen se la negaron, pero no se detuvo, encontrando la oportunidad en el PRM, donde lo recibieron con los brazos abiertos, sumando un narco más de los tantos que cohabitan en dicha parcela.
Por eso, en 2020, apareció en la Circunscripción #1 de Santiago, con un maletín de dólares, aplastando a los oponentes internamente, pero esto estalla luego del llamado que le hicieron a Abinader, para comparecer ante Biden, en la Casa Blanca. ¿Casualidad? Eso no existe.
Allí explicaría la connivencia del Estado con el narcotráfico, manteniéndolo levantando mano en el Congreso aprobando prestamos estando ya preso, pero sin importar tantas afrentas, deseamos impere la paz en el mundo en este 2024.
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