Por Erasmo Chalas Tejeda
periodista, recopilador histórico y abogado
EL BRONX, NY- El título que antecede a esta crónica, sirvió
de motivo para la muerte indigna de Florinda Soriano Muñoz (Mamá Tingó), en
Villa Mella, República Dominicana, en tiempo del lúgubre régimen de Joaquín
Balaguer, hace ya casi 50 años.
El colega periodista, poeta y profesor universitario, Luesmil Castor Paniagua, así me lo hizo saber a través de la lectura de su última producción literaria titulada “Mamá Tingó en temblor de agua”, un libro que contiene 21 poemas, en dos capítulos y 62 páginas.
Luesmil Castor Paniagua |
Yo que soy un amante
de los aviones, pero que siento un miedo terrible, cada vez que ese aparado se
hamaquea, quise, en verdad, haber tenido en mis manos ese importantísimo
poemario, el cual hubiera disfrutado leyéndolo en el trayecto de mi último
viaje de RD a Estados Unidos.
Le aseguró que me hubiese encontrado esa travesía corta y
menos tediosa, porque en realidad es de lectura apasionante, contagiosa y de
una rica imaginación literaria formidable.
Te felicito Luesmil por describir esa titana de la lucha
agraria con tanto rigor, sentimiento y rejuego de la descripción y el lenguaje revestido
de figuras literarias inagotables, que solo los poetas pueden exhibir.
Sin desperdicio también, el prólogo del poeta César Sánchez
Beras, Premio Anual de Poesía (RD) 2004-2019.
Portada del libro |
Gracias Luesmil por ese regalo y tu gentileza.
“Una negra inquieta. Hace tres meses, cuando los periodistas motivados por el problema de los campesinos sin tierra llegaron a este lugar y reclamaron a una de las primeras personas que vivieron aquí, se les trajo a Doña Tingó. O no se les trajo, sino que ella misma salió del grupo y gesticulando habló en voz alta. (…) «Yo siempre he vivido aquí sembrando yuquita, batata, cocos, ñame y con algunos animalitos", dijo en esa ocasión. “
Ya en esa época era una lider en ciernes, solo que estaba en el anonimato y ese encuentro con la prensa la catapulta al estrellato de las luchas campesinas, cuyos frutos de esas luchas la convierten en un símbolo eterno del liderazgo del campesinado dominicano.