Fue atacado
con un palo en la cabeza por escribir y cantar merengues alusivo a Trujillo
Por Arcadio Lugo Puello
DIONISIO MEJIA, una leyenda de la música típica dominicana, conocido por
el nombre artístico de Guandulito, le llaman así porque tenía los ojos
verdes como granos de guandules y esto lo diferenciaba entre los muchachos de
su generación.
Guandulito, hizo su presencia terrenal el 23 de marzo de 1911 en una comunidad de la región Este llamada La Guizara, provincia La Altagracia (Higüey), República Dominicana y allí vivió los primeros 7 años de su vida, luego se mudó a La Romana a vivir con su tío Andrés, quien lo crió brindándole el mimo de un hijo de la casa.
El merenguero Dionisio Mejía, Guandulito |
Llegado a La Romana y la
suerte lo esperaba a la puerta,ya que su tío tocaba acordeón y le sirvió de
maestro al sobrino, quien al poco tiempo dominaba a su fiel amigo, el acordeón,
y con apenas 13 años ya era un práctico amenizando fiestas en diferentes
poblados de La Romana, atrayendo a la gente por su forma graciosa de cantar
merengues.
Dejando atrás la
adolescencia y entrado en los 20 años echó a correr tierra solo rumbo a la
capital dominicana y, como para que comiera
con su dama, el primer trabajo
que consiguió fue reparando acordeones, lo que lo convirtió en un verdadero maestro
de ese instrumento.
Guandulito tenía una mente
prodigiosa para escribir las letras de sus merengues, haciéndolo de una forma
graciosa y atractiva con lo que se granjeaba el cariño del público porque utilizaba
un lenguaje sencillo y pueblerino.
A partir de ahí logró juntar el acordeón, güira, tambora y marimba y
siguió tocando de fiesta en fiesta hasta la postrimería de su vida.
Una de sus musas inspiradoras
fue su esposa la inolvidable Jovinita con quien procreó diez hijos y a ella le
dedicó varios temas de los tantos que escribió. Se estima que compuso más de
300 discos sencillos, además de 8 discos de larga duración (LP). De su
descendencia se sabe que su hijo Marcos Yaroide es cantante de música cristiana
y el merenguero Coqui Acosta es nieto de esa gloria del merengue.
Entre sus estampas vernáculas más conocidas están, Jovinita, El Rebú, La
Cariñosa, La guinea, El Cuento de las 2 Garzas, El pájaro de agua, Vállase en
Paz, Marinita, El pegao, La revancha, el Refrán, Candelo, Ay Chichi, El Hombre
Celoso, María Estela, y varias docenas más que descansan en el baúl del
recuerdo del Perico Ripiao dominicano.
Según expresara Guandulito,
en la década del 50 en plena era de Trujillo, existía la Voz dominicana, una emisora
administrada por el Hermano de Trujillo
José Arismendy (Petán) y la música que en ella se tocaba era importada de otros
países de Latinoamérica, pero los dominicanos querían escuchar su música y
entonces él les brindaba esa música a ellos y con este gesto su popularidad
aumento considerablemente.
Mas adelante comenta que le compuso
y le cantó muchas piezas musicales a Trujillo y era celebrado por todos, pero a
la caída del jefe su popularidad cayó en desgracia franca ya que hubo muchas
personas resentidas y lo repudiaban por haberle escrito y cantado canciones al dictador,
llegando al extremo de romperle varios acordeones y de paso lo atacarpm adornándole
un garrotazo por la cabeza.
Dijo que la suerte no le acompañó
ya que Trujillo le prometió regalarle una casa, pero cuando llegó el momento de
la entrega el tirano fue decapitado.
El viejo roble del merengue
mostró su agradecimiento a Radhamés Aracena por el apoyo que le bridó tanto a él
como a otros merengueros y bachateros. Aracena era locutor y empresario, dueño de
una prensadora de discos y de la emisora Radio Guarachita, estación que permaneció
abierta al público y a los artistas por varias décadas.
La competencia jugó un papel
muy negativo al final de la vida de Guandulito. El Blog Historia Dominicana en
Gráfica nos dice que “con los problemas económicos también surgieron problemas
de salud, a causa de su edad. Dionisio Mejía “Guandulito” junto a su esposa
Jovinita y sus diez hijos, vivía en un cuarto en la capital dominicana, y con
la pensión que recibía del Estado dominicano apenas le daba para comer.
Tuvieron que recurrir a empeñar el acordeón de él y vender algunas ropas de
Jovinita.”
Como otros tantos artistas,
Dionisio Mejía pasa sus últimos días recluido en un hospital de la capital, sólo
y sin recursos. En junio de 1978 partió hacia el paraíso celestial. Gracias a
la generosidad de Joseíto Mateo, quien compró el ataúd para dar cristiana
sepultura Guandulito.