Mi ventana óptica
Por Alejandro Almánzar
¿Qué significa libertad? Personalmente, la definiría como facultad natural del hombre de actuar en consonancia con su libre albedrío, obrar sin ocasionar pérdida de acción a otros. El diccionario la describe, como el estado o condición de quien no es esclavo.
¿Podrá alguien sobre la faz de la tierra llamarse libre? No sería desproporcionado pensar, que Ideología política y religiosa abolieron eso con que supuestamente nacemos, pues dominados por esto, no hemos logrado más que marchar hacia la esclavitud de creencias, sometidos al mandato de quienes viven del adoctrinamiento cualquiera que sea.
Ambas dividen no sólo a particulares, sino, también familias, porque ninguna imposición admite libertad, pero nada divide tanto como la religión, aunque predica la unidad, amor al prójimo y todo se queda en teoría.
Lic. Alejandro Almánzar |
La política controla a sus partidarios, pero de esta resulta más fácil escapar que de la primera, pues el fundamentalismo político pocas veces penetra una militancia. Ejemplo, la caída del Muro de Berlín, que separó por casi tres décadas a alemanes.
Contrario ocurre en la pugna religiosa, como la desatada por Adolf Hitler, en contra de los judíos, herida que incluso, el tiempo no cicatriza. La disputa entre cristianos y musulmanes que, aun cuando la tensión ha bajado, persiste el rechazo entre ambos bandos, donde cada uno busca imponer su creencia y controlar la feligresía.
Actualmente, resulta una ficción la ideología en la actividad de Platón, porque ya no es posible el llamado (lavado de cerebro) a una militancia pensante y que discierne mejor sobre lo conceptual, diferente a la tendencia teológica donde nos imponen la sumisión.
Aquí, el dogmatismo no tiene cabida como el que obligaba al “creyente” a persignarse al pasar frente al templo religioso. Con eso no se busca hacerlos libres y por el contrario, hacer que este piense cada vez menos y que, para hacerlo, cuente con una autorización de “elegidos por Dios” o por quienes buscan ser reverenciados y tratados como seres terrenales superiores a los demás.
Así nacen esas figuras que tanto en un sistema como en el otro promueven el culto a la personalidad. Esto se extrapola incluso, al arte y la música, pues hemos oído el testimonio de artistas, de cómo los aplausos de una multitud delirante en esos escenarios terminan colocándolos por encima del bien y el mal.
Cuando la humanidad alcance el despertar, nos habremos convencido de que libres jamás fuimos, que vivimos sin saber por y para qué venimos aquí, para un día irnos, con más interrogantes que respuestas, sólo recibiendo mandatos en nombre de cualquier deidad creada para exigirnos obediencia.
Que nuestra estadía resultó ser pura utopía, pues para romper eso deberán desaparecer muros más poderosos que el de Alemania, ya que, pensar en destruir los dioses y demonios creados para el sometimiento primero tendremos que ver muchos Cristo crucificados.
Aquello que sirve de base para un puñado adueñarse del mundo. Para que unos pocos lo tengan todo, mientras a la mayoría le falta todo, es que la pobreza intelectual y material son fundamentales para someter a la humanidad.
Desde que apareció religión y política, perdimos la libertad con que vinimos al mundo, convertidos en una especie de gente que anda con el ombligo por delante, carente de cerebro, sin determinación propia y que sólo puede aceptarlo todo.
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