Por Alejandro Almánzar
De distintas formas, nos revelan verdades para entender mejor la realidad, uno de ellos fue el poeta español, Ramón de Campoamor, “Nada es verdad, nada es mentira, todo es según, el color del cristal con que se mira".
Como diciendo que creernos libres es más un mito que realidad. Los Estados en sus constituciones dicen garantizar dicha condición, pero cada vez queda más evidenciado de que todo se termina en simples enunciados.
Que pudiera ser cierto, mientras no se ataquen intereses corporativos, en un mundo donde la verdad culmina siendo relativismo y viceversa, donde ni la coherencia encuentra espacio en una humanidad acorralada por planes distorsionadoras.
Aunque Sócrates, estableció aquello de “entre la incoherencia y la muerte, prefiero esta última”; los mayores vejados y humillados fueron y son quienes escogieron ser coherentes. Jesús, fue a la cruz por esa causa.
Buddha, aunque la historia no revela que fue expulsado del reino, porque tomó voluntariamente dicha decisión al descubrir el universo de mentiras en que le habían mantenido, decidió abandonar la comodidad, para responder el llamado de un alma que le gritaba desprenderse de tanta falsedad terrenal, que luego termina como despojo en una tumba, sin importar lo suntuosa que parezca.
Galileo Galilei, astrónomo y matemático italiano, por dar a conocer sus descubrimientos científicos, terminó en la guillotina, porque sus hallazgos contradecían al Clero y esto ¿Significaba? condenarse a muerte.
El periodista, tiene en Julius Fucik un referente, escogió “el Pie del Patíbulo”, para demostrar que la Gestapo no le perdonaría discernir y encarnar la verdad. Juan Pablo I, apostó mal y encabezó el papado más corto que registra el Vaticano, 33 días y pagó con su vida.
El fanatismo, es el instrumento para religión y política dominar a los súbditos y en pleno siglo XXI sigue representando una amenaza a las libertades, y derechos de la gente. Las creencias son impuestas y el "creyente" no puede más que obedecerlas sin entender nada.
Cada vez somos más esclavos del dogmatismo y las corporaciones que nos controlan. Aunque, con la llegada de la Internet, se ha producido cierto cambio, sobre todo, con las Redes Sociales, a las que personas de distintos extractos sociales acceden.
Pero incluso, en estas, ya se perciben ciertas censuras para quienes opinan, proviniendo tanto de nuestros contactos en Facebook, (Twitter) o You Tube como de dichas plataformas, coartando de alguna manera esos derechos.
Es entendible, pues son estructuras del capitalismo y sometidas bajo la vigilancia de las religiones que recelan de cualquier comentario adverso. Por eso, algunos dicen, “no quiero saber nada más”, conscientes de que centrarnos en una sola enseñanza o creencia es como andar todo el tiempo cual caballo de coche que mira hacia una sola dirección, convirtiéndose en presa fácil de la manipulación.
No participo de luchas ideológicas, aunque soy el animal político de Aristóteles, pero respeto el derecho que tienen los demás a ejercer una militancia política, tampoco me convencen las religiones, con el mismo derecho que tienen otros a congregarse.
El mundo comenzó a oscurecer con la quema de libros, la persecución a las ideas, incluyendo castigos despiadados a grandes hombres para que a ninguna alma reencarnada se le ocurriera traer luz a la tierra de nuevo, fue cuando la funesta Edad Media dejó comprometida nuestras libertades y derechos inalienables.
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