Mi ventana óptica
Por Alejandro Almánzar
Si existe algo ingrato, nada como algunos políticos; y los dirigentes lo saben perfectamente, el primero en morder el polvo de la maldad política fue el prócer Duarte, pero Jacobo Majluta, terminó convencido “es en la única actividad donde usted se gana a enemigos de amigos y viceversa”.
El Turco, iba más lejos, decía que incluso, se ganan enemigos que ni siquiera conocen, los gratuitos, a quienes tal vez, sólo le hizo bien. Por eso, al releer el Príncipe, de Maquiavelo, creo que el hijo de Florencia satiriza esa especie llamada políticos.
Que no le faltó razones a Bosch, al afirmar que la misma estaba destinada a sinvergüenzas, charlatanes y ladrones. Y no ladrones cualquieras, gente tan débil espiritualmente, que puede robarse hasta los Tesoros que guardamos en el Cielo. Lic. Alejandro Almánzar
Leonel Fernández, posee una buena armadura para repeler esa miseria humana. Ya, en el PLD, le dieron la lesión, de que los amigos en esto son coyunturales y, sobre todo, cuando se maneja el Estado por canonjías que de este se reparten.
Sabe, “el político sólo persigue cargos, no liderazgo”. Otros ejemplos, Lilís, llega al poder de mano del líder Luperón y desde ese momento le dio la espalda. Trujillo, por liberales y nada más llegar, inició una cacería contra ellos.
Balaguer, en eso fue coherente, honraba la lealtad, tanto, que prefirió terminar en la iniquidad, sirviéndole durante 12 años de títere gobernante para dar continuidad al trujillato sin Trujillo, protegiendo a militares y familiares del tirano quienes, con sed de venganza, mataron y persiguieron a lo mejor de la juventud que en busca de libertades demandaba la destrujillizacion del país.
Por leal, poco le importó cargar con sangre que, de él haber tenido el poder, no hubiese derramado, como la de Caamaño, el periodista Gregorio García Castro, Orlando Martínez, entre otros. Por eso digo que Elito, no gobernó en esos 12 años, sino, que cual títere servil, les garantizó impunidad a criminales de la dictadura.
Conocemos busca vida de la política que, en grado sumo, superan a ese personaje, pues si es condenable su ciega lealtad, quienes por falta de escrúpulo rehúyen de esta, no son menos inicuos.
El expresidente Fernández, ve, cómo antiguos “amigos” hoy lo embisten despiadadamente, cuando recientemente tomó la Plaza de la Bandera para celebrar la entrega de su padrón de miembros que, de acuerdo con ellos, tiene dos millones afiliados, para descalificarlo y buscando confundir a incautos, ridiculizaron la actividad, alegando que ahí no estaban los dos millones anunciados.
Una tomadura de pelo, pues probablemente, no exista una plaza pública en la tierra donde concentrar tanta gente, pues si se asume que en un metro cuadrado caben entre 3 y 4 personas, significa que, si la Plaza en cuestión tuviera 500 metros cuadrados, ahí no se podría convocar a más de dos mil personas.
Pero como el fin intenta justificar los medios, poco importa jugar con la inteligencia de quienes andan con el ombligo por delante, por aquello, de que en “política se vale todo y mientes, mientes, que algo queda”, aunque cada día eso se desacredita más.
Leonel, para su mayor maledicencia, tampoco hoy tiene periodistas que salgan en su defensa, excepto algunos que, sin deberle favores, lo hacen convencidos de que lo ético y lo moral prima por encima del interés personal.
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