Por Arcadio
Lugo Puello
NEW YORK.-General Antonio Duvergé
Duval, militar dominicano, gran gladiador en el campo de batalla y auténtico
patriota que abrazó la causa de la separación de las dos naciones que conforman
la isla de Santo Domingo (República Dominicana y Haití) , ya que desde 1822 la parte Este de la isla
había sido ocupada por los haitianos suprimiendo unas series de derechos a los
dominicanos y tratando de transformar la sociedad en otro Haití, similar al de
ellos pero encontraron en el Sur del país los tentáculos de un guerrero a carta
cabal como Antonio Duvergé, quien acompañado
de un séquito de soldados forjados al tenor de libertad o muerte azotaron las
tropas haitianas.General Antonio Duvergé Duval
Los padres de Duvergé Duval fueron
José Duvergé y María Juana Duval, estos se vieron obligados a abandonar a Haití
para librarse de una muerte segura ya que allí se estaba produciendo una
masacre perpetrada por los negros esclavos al mando de Jean Jacques Dessalines,
en principio se trasladaron a la parte Este de Santo Domingo, sin embargo, en
esa estadía solo pernoctaron 2 años y se marcharon a Puerto Rico.
Llegados a Puerto Rico, los
esposos Divergé y Duval tenían que sobrevivir y sin pensarlo dos veces se
dedicaron al trabajo en las plantaciones de caña de azúcar en el lugar llamado
hormigueros en Puerto Rico y es allí entre el bosque y la maleza que nace el
futuro guerrero que más tarde se convertiría en un auténtico patriota al lado
de los padres de la patria, desafiando al enemigo hasta el último segundo de su
vida.
Corría el 1807, el 11 de
abril fecha del año escogido por Dios para regalarle al mundo y en especial a
la República Dominicana este singular hombre de armas, con un valor indescriptible.
Su estadía en Puerto Rico fue breve y ya para 1808 se regresan a Santo Domingo,
asentándose en la parte Este, específicamente en Santa Cruz del Seibo, al junto
de su niño Antonio que apenas contaba con 1 año de edad.
En el Seibo la familia
empieza desde cero, se inclinaron por las actividades agrícolas. Todo iba bien
hasta que el 9 de febrero de 1822 fecha en la cual la Republica fue invadida por
Jean Pierre Boyer, un instigador para que la isla fuera unificada, es decir,
fusionada o unida en una sola, con un solo nombre Haití y bajo su régimen.
Los padres de Antonio tenían
algunos parientes en San Cristóbal y Baní lo que dio lugar a que los mismos
visitaran estas comarcaras con cierta regularidad y lo que además, traería por vía
de consecuencia que el joven Antonio se enamora en San Cristóbal de una joven llamada
Rosa Montás, con quien se casó el 27 de
agosto de 1831, matrimonio que fue premiado con un racimos de 7 hijos. Isabel, María
Loreto, Policarpio, Alcides, José Daniel, Nicanor y Tomás.
Antonio Duvegé previo a las campañas en aras de la independencia
se dedicó en San Cristóbal a las labores agrícolas y al corte de la madera, siendo
muy conocido en el área, inclusive se cree que allí fue donde entabló relación
con el prócer Matías Ramón Mella y con los hermanos José Joaquín y Gabino
Puello.
La infancia de Antonio transcurrió
sin mayores obstáculos como un niño más de las diferentes comunicades que le tocó
vivir. Sin embargo, el joven llevaba en sí el gérmen de la libertad a través de
la vida militar que se aproximaba, esto así ya que perteneció al grupo separatista
La Trinitaria formada por Juan Pablo Duarte en 1838.
Antonio Duvergé, en la
declaración de Independencia el 27 de febrero de 1844 este joven soldado
jugo un papel preponderante en las batallas independentistas donde puso
de manifiesto su gran valor en defensa de la patria chica, casos específicos,
en la Batalla del 19 de marzo en Azua contando con unos 2,500 soldados, entre ellos,
hateros y monteros que aglutinaba el ejército de
Pedro Santana y otros soldados formados en la escuela móvil del propio Antonio
Duvergé.
La compactación de estas
fuerzas fueron las encargadas de llevarse la victoria además del 19 de marzo en
otras de grandes magnitudes como las Batallas de El Memiso, Cachimán, El Número,
Beller y La Estrelleta, dejando una alfombra de haitianos muertos, otros fueron
hostigados hasta que muchos se lanzaron por altas pendientes y despeñaderos,
mientras que otros corrían como murciélagos despavoridos hacia Haití, dejando
los heridos a merced de la buena voluntad del ejército dominicano.
El General Duvergé, inyectó
su intrepidez e hidalguía a los demás comandantes y soldados donde citamos a José
del Carmen, Francisco Soñé, General Felipe Alfau, coronel Francisco Pimentel,
Generales Gabino y José Joaquín Puello, coronel Bernardino Pérez, Valentín Alcántara
y Vicente Noble. Hombres de probadas capacidades militares
peleando frente ante cantidades de soldados que en ocasiones triplicaban las nuestras.
El año 1849 marcó el antes
y el después de Duvergé y partes de los suyos, ya que entró en contradicción
con Pedro Santana lo que trajo consigo que él y su hijo Alcibíades fueran apresados
y confinados en el Seibo, dejando atrás todo lo suyo, incluyendo los recuerdos
de sus batallas que sirvieron de soporte a la recién inaugurada independencia.
El 11 de abril de 1855 fueron
fusilados, él y sus compañeros acusados de conspiración incluyendo a su hijo Alcibíades.
Al momento del fusilamiento se debía seguir el orden de la sentencia
correspondiéndole a Duvergé ser fusilado primero que su hijo, pero él pidió que
mataran primero a su hijo para que éste no sufriera la desgracia de ver morir a
su padre, lo cual le fue concedido. Por
esa misma sentencia fueron fusilados Alfonso Ibe, Pedro Dolores Dalmau y Tomás
de la Concha.
En el
Libro El Centinela de la Frontera, escrito por el Dr. Joaquín Balaguer se
cuenta que momentos después del fusilamiento llegó al lugar de la ejecución el general
Santana, se desmontó de su caballo y convertido
en el JACK VENENO en su tiempo pateó el cadáver del general Antonio Duvergé como para comprobar que no había señal de vida en
aquel guerrero que hasta muerto reflejaba temor a sus adversarios.
Por su
papel jugado en favor de la Independencia Nacional sus restos gozan del
privilegio de descasar en el Panteón Nacional, aunque lamentablemente junto a su
verdugo, el general Pedro Santana.