Cuando de parir peloteros se trata, Republica dominicana es la madre más fértil que se pueda imaginar la mente humana. Es de ella que los peloteros salen como racimos de uvas, es decir, varios miembros de una misma madre, de una misma familia, de un mismo pueblo o simplemente de un mismo barrio. Habiendo familia donde encontramos al padre, hermano, sobrino, tío y en fin se juntan varias generaciones alrededor de un mismo tronco y de un ideal.
El béisbol romántico, específicamente el de las décadas de los 50, 60 y 70 conoció la famosa trilogía de los hermanos Rojas Alou, Felipe, Mateo y Jesús, también conocidos como los tres diablos rojos de Haina, (diablos rojos porque jugaban para los rojos del Escogido) los cuales hicieron historia por su talento y entrega al llamado deporte rey, los cuales no solo brillaron en su patio sino que también lo hicieron en diferentes equipos de Estados Unidos, es decir, en las grandes liga, dejando huellas imborrables y hazañas jamás repetidas, como la que se produjo el 15 de septiembre del 1963 cuando los tres hermanos Rojas Alou defendieron los jardines al mismo tiempo, en el mismo juego y en el mismo equipo, Los Gigantes de San Francisco en Pittsburgh.
Felipe Rojas Alou, apodado El Panque de Haina, nació el 12 de mayo de 1935. Es el mayor de la trilogía, hijo de los esposos Virginia Alou y José Rojas. Casado con la señora Lucie Gagnon, tiene varios hijos: Moisés, Luis, Jennifer, Valerie, María, José, Felipe Jr. Christie y Cheri. Además, se cuentan varios nietos que son la alegría de la familia.
El Panque de Haina, a la fecha es el único Sobreviviente de la trilogía Rojas Alou y este mortal e inmortal a la vez, gloria del béisbol dominicano y de las grandes ligas, no solo demostró sus grandes dotes como bateador, jardinero, mánager _ estratega, sino que, además, dio muestras fehacientes de ser un patriota como el que más, preñado de una gran nobleza. Hay que decir que este dominicano elevó su moral y patriotismo en momentos en que su patria se la jugaba, primero el enfrentamiento de dos frentes militares dominicanos, es decir, una lucha fratricida entre hermanos y más tarde a partir del 28 de abril del 1965 una guerra patria enfrentando al poderoso invasor.
Lo dicho anteriormente se puso de manifiesto cuando en abril de 1965 mientras Felipe jugaba para los bravos de Milwaukee protestó por la invasión de los Estados Unidos a República Dominicana, FELIPE tuvo el valor, la osadía y la entereza de no salir al terreno de juego mientras se interpretaba el himno de Estado Unidos, esto así en clara protesta por la invasión de botas extranjeras pisoteando su terruño. Cuando se le preguntó por las causas que provocaron esta reacción dijo lo siguiente: “NO PUEDO RESPETAR EL HIMNO DE UN PAÍS QUE ESTÁ INVADIENDO EL MÍO".(Ref. D. Libre). Con este memorable gesto Felipe inmediatamente entró por la puerta grande y para quedarse como inmortal en el salón de la fama más importante, que es el que se encuentra en lo más recóndito del corazón de todos los dominicanos. Ahí está una de las razones que nos permite sostener que Felipe es el verdadero pelotero de la patria
Cuanta grandeza se anida en el corazón de este prohombre nacido en el siglo XX en República Dominicana, que gallardía más encomiable y que arrojo más ferviente, mostrándole a su patria y al mundo que desde la distancia los buenos y verdaderos dominicanos pueden aportar a las mejores causas.
El astro de beisbol dominicano no se amilanó, olvidó su carrera y lo que significaba y sin temor actuó, arriesgando su presente y su futuro y por consiguiente el de los suyos, es decir, no pensó que esta reacción pudo truncar su carrera y tener que regresar al suelo patrio con los planes pulverizados. Sin embargo, este desprendimiento le propició granjearse el respeto tanto en su tierra como en playas extranjeras.
FELIPE ROJAS ALOU, leyenda viviente de la trilogía Rojas Alou, indudablemente, su comportamiento le ha permitido ganarse un lugar distinguido en la página de la historia, tanto del béisbol como en las páginas de la historia que revelan que él no pasó desapercibido, sino que estampó sus huellas indelebles en la memoria social y histórica de sus conciudadanos. Con su accionar Felipe demostró que en su corazón vive y reina el espíritu de los trinitarios, Duarte, Sánchez y Mella, forjadores de nuestra independencia. Cabe colocar a Felipe al lado de otros grandes patriotas con son Gregorio Luperón, Antonio Duvergé, María Trinidad Sánchez, Francis Caamaño, Manolo Tavares, Las hermanas Mirabal, Orlando Martínez, Mamá Tingó, Amín Abel, Amaurys y otros tantos de singular categoría o como los define la periodista Alicia Ortega diciendo que son: GIGANTES EN EL TIEMPO.
Autor: Arcadio Lugo Puello
