Por Arcadio Lugo
“Las aves del mismo plumaje vuelan juntas” El origen de la frase o proverbio se remonta al año 1545 y su autoría se atribuye al poeta y tratadista William Turner y la misma hace alusión a cuando hay intereses comunes, similares o incluso metas similares que une a los integrantes de un grupo sea simple o complejo. También es considerada como una verdad universal. Verdad que podemos palparla sin tener ir muy lejos porque las noticias corren y nos permiten tropezar con nombres y apellidos sonoras que vuelan juntos para los mismos fines…
A propósito del espíritu de esta frase y las coincidencias, lamentables por demás, que están aflorando en la sociedad específicamente en el renglón de la política donde encontramos los malos ejemplos a borbotón y a diferentes escalas del ejercicio de la política donde los responsables de llevar a cabo un manejo pulcro de la cosa pública a menudo suelen ser los primeros en dar el mal ejemplo y por consiguiente son los protagonistas de los grandes escándalos de corrupción y del uso y el abuso del poder en sus diferentes manifestaciones que incluyen en ocasiones hasta crímenes de lesa patria y lesa humanidad, mientras que los actores materiales e ideólogos terminan convertidos en seres repugnables y asqueantes, sin rostros, y sin valores éticos y morales que exhibir a la sociedad.
Así las cosas, nos damos cuenta que la falta de escrúpulo de los servidores públicos se ha convertido en un flagelo que casi universalmente está azotando a muchas naciones y se confirma esta especie al escuchar los casos que salen a la luz pública que estremecen al mundo, envuelven a funcionarios de diferentes categorías, desde un simple portero hasta el cargo más encumbrado, en ocasiones hasta el primer mandatario de la nación se constituye en eslabón más de la cadena infractora . Esta cadena maquinadora de ideas perversas y aniquiladoras sacrifican las instituciones y a sus hombres de bien, de ahí que, la reputación de una parte importante de los empleados y funcionarios dejan mucho que desear. De igual manera observamos que los poderes del Estado -donde existen- El Legislativo, Judicial y El Ejecutivo a menudo presentan una integridad marchitada por la tentación y deseo de tener más, aunque sea a costa de empeñar su moral y la de los suyos sea por prebendas o disfrutar de algún privilegio.
Entonces, por vía de consecuencias no nos sorprende leer en una misma página o escuchar por diferentes medios respecto al quebrantamiento del comportamiento de los funcionarios públicos donde se les indilgan actos de indelicadeza en perjuicio del Estado y de particulares que se traducen en múltiples delitos como torturas, ejecuciones extrajudiciales, exterminio, privación forzosa de la libertad, acoso laboral, coalición de funcionarios para delinquir, asociación de malhechores, desvío de fondos públicos, uso de testaferros, prevaricación, falsedad documental, soborno, malversación, fraudes, estafa, abuso de confianza, dolo, abuso en sus funciones, obstrucción a la justicia, apropiación de fondos públicos y facilitar los medios para delinquir en contra de la cosa pública. Qué bueno que aún existen los códigos encargados de sancionar estas y otras acciones que riñen con la ley y las buenas costumbres.
Y ya que, sabemos que los delitos precitados están contemplados en los códigos y las leyes se hace imperativo del momento que como medida salomónica para extinguir la corrupción y sus formas de penetración se seleccionen Jueces probos con capacidad y valor suficientes, que pongan de manifiesto y de manera concreta la prevalencia del imperio de la ley, donde los jueces venales y cómplices de la impunidad queden en el pasado y se juzgue de conformidad con la gravedad de los hechos, sin retaliación y sin benignidad.
En una parte del título de este escrito decimos que América tiene presos al por mayor y detalles, eso no se discute, ya tenemos ejemplos, un solo país tiene tres expresidentes en la misma cárcel, pero también en otros países del norte, sur, centro y el caribe hay ex legisladores, ex militares, ex alcaldes y todo un ejército de hombres y mujeres cumpliendo condenas o en espera del debido proceso. Presumiblemente estos son señalados de cometer faltas graves en el ejercicio de sus funciones en perjuicio de sus respectivos Estados y, obviamente, este perjuicio se traduce en un crecimiento galopante de la pobreza de los pueblos y un alejamiento perpetuo de la esperanza de superar estos desgraciados obstáculos que hacen al pobre más pobre y al rico más rico.
El autor es abogado