Por Erasmo Chalas Tejeda
New York.- Mis
vacaciones en el trabajo que desempeño en el Consulado dominicano de esta
ciudad de New York, esos días de asueto los dividí en dos etapas, la primera
con un viaje a San Juan Puerto Rico donde acudí a una invitación de la Cámara
de Comercio Dominico-puertorriqueña que dirige el colega Ramón Darío Jiménez,
quien para la ocasión organizó en la Casa Dominicana en Puerto Rico un homenaje
en reconocimiento a la labor comunitaria del compueblano ingeniero Francisco
Ramírez Castillo (Pachín), al cual asistí por un mandato de la gratitud que
debe tener cada ser humano.
Pachín Ramírez fue una persona solidaria conmigo en esos días aciagos entre los años 1987-1988 en que residí ilegal en esa isla.
Los demás
días los utilicé - como de costumbre- para visitar a mis familiares en nuestro
país, la República Dominicana y recorrer aquellas hermosas calles de mi pueblo
Baní, las cuales me traen gratos recuerdos no solo de mi infancia sino también del
trajín en el trabajo en los clubes deportivos, frentes estudiantiles, ajetreos
políticos y del ejercicio periodístico que inicié en mi tierra natal en el
1979.
Hubo algo en Baní que me llamó la atención y es la valoración que diversos grupos sociales tienen del trabajo que está realizando nuestro Ayuntamiento bajo la dirección del Alcalde ingeniero Santos Ramírez Betancourt, a quien me une una amistad desde cuando accionábamos en el movimiento estudiantil en el Liceo presidente Francisco Gregorio Billini y Aristy.
Ing. Santo Ramírez, Alcalde de mi pueblo Baní.
Durante esos días que permanecí hospedado en la Ciudad Capital, sin embargo, tuve la oportunidad de visitar a Baní en tres ocasiones por tiempo breve y durante esa estadía pude observar la limpieza de la ciudad, el mejorado ordenamiento del tránsito y las varias obras construidas en diferentes zonas del municipio gracias a la eficiente labor del exdiputado y Alcalde de Baní el amigo y hermano Santos Ramírez Betancourt.
Erasmo y sus colegas Juan Manuel García y José Monegro. |
Los banilejos que residimos en el exterior
debemos reconocer el esfuerzo constante y dedicado que hacen nuestras
autoridades municipales y desde aquí apoyarlo moral y de cualquier otra forma
para que continúen con esas ejecutorias en beneficio del desarrollo del Baní
querido e inolvidable y también para que se mantenga aquel tradicional slogan
que reza “Baní ciudad limpia”.
Quedé tan
encantado de mi pueblo que creo si Dios lo permite- volver antes de mis
próximas vacaciones.
Lo único que lamenté fue no haber visitado la
playa de Punta Salinas, un lugar habitual para mí, donde está el Parador Punta
Salinas de mi fallecido amigo y hermano Franklin Díaz Reyes, hoy administrado
por su hijo Franklin Díaz Junior.
Tampoco
pude acudir al distrito municipal de Paya a comprar el mejor dulce del mundo
para agradar los paladares de mis amistades en esta ciudad de Nueva York. Pido
disculpas por ello y hago la promesa de resarcir esa falla en mi próximo viaje
a República Dominicana que será muy pronto.