Por Alejandro Almánzar
Como si el gobierno careciera de planes, para coordinar acciones contra la delincuencia y criminalidad, el país sigue estremecido por hechos funestos, que mantiene a la gente al borde de la paranoia y el miedo colectivo.
Cuando el presidente, anunció que mandaría militares para las calles, a enfrentar ese problema, no me sumé a quienes aplaudieron la medida, porque sé, la preparación del guardia no es para asuntos de orden público.
Que incluso, su presencia en las calles, ni se recomienda, pues envía un mensaje negativo al extranjero, de que vivimos en un país militarizado, sin garantías de un Estado de derechos, por lo que esta decisión crea incertidumbre.
Además, de que los delincuentes saben, cómo y cuándo actuar, sin ser detectados por la autoridad, cualquiera que sea y van perfeccionando su modo operandi, mientras el país sigue con leyes de cuando éramos una aldea, que se producían algunas reyertas.
Por eso, las naciones han avanzado en la prevención y combate de crímenes y delitos, menos nosotros, porque cada gobierno intenta cambiarlo todo en cuatro años y no hacen más que agravar los males encontrados.
Ahora las redes sociales, son otra herramienta para grupos de la oscuridad ejecutar planes macabros, ejemplo, Frederick Pérez, contactado por criminales a través de estas y asesinado “para robar su vehículo”.
Otro joven comerciante, que salió y a más de una semana desaparecido, encuentran su cadáver en los alrededores del Hospital Ney Arias Lora. En SPM, el de otro joven también encontrado con un cuchillo clavado.
Una adolescente en Barahona, sale acompañada de un vecino, de su paradero nadie sabe y del acompañante sólo dicen anda prófugo. Dos empleados de Obras Públicas, envestidos por un conductor en las Américas que, aunque se trata de un accidente, evidencia el poco respeto que autoridades tienen por sus trabajadores, cuando no son capaces de colocar barras y señalizaciones para protegerlos.
Los funcionarios están enfocados en asuntos de poco interés para la ciudadanía, mientras el pueblo indefenso sufre la impotencia, resistiendo los embates de un flagelo que les impide reconciliar el sueño, cuando sus hijos salen, sin saber si regresaran.
Ya esto parece un cliché, pero debo reiterarlo, desde iniciada la pandemia, advertí que la salud mental de las personas debía ser prioridad (A) para los gobiernos, temiendo por una locura colectiva, y hoy vemos cómo la gente sale sin dejar rastros, desapareciendo sin motivos aparentes.
De algunos, sus familiares tienen meses sin dar con sus paraderos desde que abandonaron el hogar. Estos, sumado al drama que viven mujeres en los hogares, al separarse de maridos abusadores, debe llevarnos a alguna reflexión.
Porque, es como si no existiera nadie, dispuesto a dar una respuesta que proporcione tranquilidad y paz al pueblo. El aumento de la comida y electricidad, es otro tipo de violencia que tiene irritada a la población con justificada razón.
Salir a trabajar o a recrearse, se está convirtiendo en el mayor reto para los ciudadanos de bien, porque la delincuencia los asecha, cuando los funcionarios se concentran en el activismo político, buscando continuar en el poder.
La criminalidad va dejando su rastro, con cadáveres de etiquetas, como mensaje a una autoridad distraída y un Estado que se maneja como aquello de “donde nos lleve el viento”, convirtiendo el país en tierra de nadie, con asesinatos, secuestros, asaltos y robos.