Por Alejandro Almánzar
No muy tardío, llegará el momento, en que los pueblos pongan fin a las injusticias a lo que los ha sometido el sistema imperante; pues quienes administran los fondos públicos, confunden el término “justicia y derechos de la gente”.
Resulta inaceptable, que los ciudadanos trabajen de sol a sol, para mantener en cárceles sin trabajar a quienes prefirieron la delincuencia como oficio. Que el Estado le penalice, para que estos disfruten de privilegios que el ciudadano bueno no tiene, sólo por haber ofendido a la sociedad.
Es ofensa mayúscula, las víctimas de su accionar delictivo mantengan en las cárceles a sus verdugos. Ningún país estará libre de delincuencia y criminalidad, mientras llenen estos recintos de vagos, explotando al que produce.
Si revisan esto, encontraremos, que es un método para fomentar la infracción y le da la razón, para que esos muchachos al salir libres, sigan burlándose del sistema y vuelvan a caer. Diferente sería, cuando sepan que, al caer preso, ellos o sus familiares serán obligados a pagar su estadía en la prisión.
Pero si el castigo es mantenerlos encerrados, practicando la ociosidad, donde les dan todo, como premio por su encierro, entonces no tienen motivos para rectificar su proceder. Así las cosas, ya nadie sabe, qué es mejor, si sentirse libre, trabajando para que el prisionero lleve una vida de príncipe, o sumarse a estos, para gozar de tantos privilegios, sin asumir obligaciones como pagar renta y mantener una familia.
Pero comienza a verse una luz al final de la oscuridad, pues en Latinoamérica, van surgiendo regímenes, que nos comienzan a señalar el camino de terminar con algo que parece "legal y justo", obligando a hombres y mujeres a levantarse de madrugada a laborar, para complacer a quienes no quisieron trabajar.
El presidente, Pedro Castillo, de El Perú, se propone someter una ley al Congreso, que obligue a los presos y sus familiares a cargar con la pesada carga que representa mantenerlos privados de libertad, y eso se llama respetar al contribuyente.
Es una burla judicial, que las malas acciones de los criminales recaigan sobre los hombros de la gente de bien, un funesto precedente, que debe ser corregido. Los países deben tomarles la palabra, sin hacer caso a quienes desde instituciones extranjeras intentan imponernos sus agendas particulares. Así, nadie intentará delinquir, para evitar verse obligado a trabajar, porque es la causa que los lleva a delinquir.
Tomemos este ejemplo, New York, gastó en 2021, $1,525 dólares diario por prisionero, tiene más de 5,000 reclusos, o sea, gastó más en personas que no se regenerarán, que en la salud.
No paga renta, impuestos, teniendo garantizado comida, jabón para bañarse y servicios médicos, así como servicios de actos legales, en tales condiciones, prisioneros, son quienes trabajan para ellos.
Cuando el delincuente sepa que en la cárcel tiene que trabajar, lo pensaría mucho para quebrantar normas que lo devuelva a prisión, pero muchos en las calles seguirán pensando, que es mejor convertirse en antisocial para ser privilegiado.
Como vemos, las cárceles nunca serán centros de rehabilitación, mientras sirvan como almacenamiento de bandidos, que lo tienen todo, sin aportarles nada al Estado. Gobernantes como Nayib Bukele, de El Salvador y Pedro Castillo, en Perú, es el surgimiento de un cambio de conciencia, que viene a poner fin a tan odiosos privilegios del delincuente y será el patrón obligado a seguir.