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La confesión de Bauta Rojas, sobre contratos firmados con farmacéuticas para adquirir vacunas, es la evidencia de que nuestro país no tiene doliente en el tren gubernamental, el Congreso Nacional, ni en sus instituciones.
Lo revelado por el senador de Hermanas Mirabal y Fuerza del Pueblo, es para sacudir a una sociedad que paga tan caro, para vivir a merced de componendas de poderes imperiales. No es primera vez, que congresistas admiten, haber firmado contratos lesivos al interés nacional sin leerlos.
El Poder Ejecutivo se aprovecha de crisis para hacer pasar proyectos al vapor, dada la premura de comprar con urgencias productos como medicamentos y eso abre espacio a corruptos para timar al Estado, sin importar comprometan su soberanía.
Lo que está diciendo Bauta es, legisladores que juraron defender la nación y supervisar acciones del Ejecutivo y sus dependencias, no cumplen con el rol que les asigna la Constitución, y conociendo esa debilidad de congresistas, es normal, que quienes no sienten respeto por el Estado, busquen pasar de contrabando contratos como estos a favor de Pfitzer y AstraZeneca, en perjuicio del pueblo.
Quienes participan de la política en nuestro país saben, el pueblo dominicano es humilde, pacífico y pudieran estar jugando a esa condición del ciudadano, pero no deben olvidar, que un pueblo manso rebelado, es peor que un río desbordado.
La gente no debe pagar un Congreso tan caro, para que quienes componen esas bancadas no puedan velar por sus intereses. El mundo ha entrado a un Nuevo Orden, y quienes hacen política en La República Dominicana ni se enteraron.
Los ciudadanos no pueden ser tratados como en el pasado, ya el votante conoce de los deberes de funcionarios nombrados y elegidos, y deduce, cuando alguien procede de forma irresponsable o en complicidad, respondiendo a planes particulares.
Quizás, por esos compromisos asumidos por debajo de la mesa del gobierno con organismos internacionales, es que vemos al país actuando por mandato de Los Estados Unidos, como si sus leyes y propósitos fueran vinculantes, o tal si fuéramos un Estado bajo sus mismas leyes y reglas.
Metido en un conflicto, que sin importar los arreglos internacionales de los que seamos signatarios, el país no tiene que formar parte de esa lucha que, en procura de ejecutar agendas personales o grupales, crea desestabilización a naciones hermanas.
Eso le falta aprender al votante, saber identificar a ciudadanos comprometidos con el proyecto de nación ideado por Duarte y los Trinitarios. Votar por propuestas, no por simpatía de un candidato que trae un saco de dinero para comprar conciencia.
El arte de gobernar no es para todo el que anda con el ombligo por delante, son intereses de todo un país que se pondrán en sus manos y pueden convertirse en aventureros en cualquier momento, como lo sucedido en Ucrania.
Gobernado por un comediante que se la jugó, haciéndose el chistoso con la OTAN, para poner en problema a Rusia, que aun cuando no estamos de acuerdo con su intervención armada, reconocemos las razones que lo mueven.
Sabemos, por lo que dijo Leonel, que incluso, países ricos y desarrollados, tienen que plegarse a determinados intereses para poder acceder a beneficios de la corporación globalizada que impone sus condiciones. Pero eso no significa, los gobernantes se arrodillen de la peor manera, dejando de asumir el compromiso de Estado que asumieron a través del voto.
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