Elsiembrahielo
Por Alejandro Almánzar
Partiendo de este concepto, definiríamos la obra de Platón, como el acuerdo entre estos y el pueblo, para dirigir sus destinos y administrar los bienes públicos, en provecho de la sociedad y no para quienes desempeñan la función.
Aunque para el ateniense, la política es el arte de gobernar a los hombres con su consentimiento, porque según él, el político, es quien conoce "el difícil arte de gobernar", pues quien gobierna por la fuerza, se aparta de la política y la convierte en tiranía.
¿Pero, conocen nuestros dirigentes al sufragante? Quizás, precisamente, como le conocen tan a fondo, es que se aprovechan para hacer de dicha actividad la vía de adueñarse de la voluntad popular, traicionando el voto dado a su favor.
¿Qué pasa, cuando el pueblo elige a un representante y este convierte su elección en privilegios vergonzosos? ¿No es desleal proceder? Aunque es ahora cuando Biden, se entera que viene un nuevo orden que hace rato está entre nosotros, desde que empezamos a entender el mensaje de hombres preclaros como Jesús, Buda y otros, estamos en ese nuevo esquema, que sólo algunos se niegan a aceptar, prefiriendo seguir crucificando a quienes vienen con la encomienda de difundir las buenas nuevas.
Son quienes se han acomodado en el anquilosamiento social y político, los que todavía no se enteran de los cambios que a diario experimenta la humanidad, aquellos, que asumen la evolución como puro mito.
Pero, sin importar los malsanos propósitos humanos, la misma no detiene su trajinar, pasando por encima de caprichos y voluntades sectarias, sin detenerse ante el poderío que exhiban y maniobras empleadas para querer dominar hasta a la Madre Natura.
La gente tiene claro, qué significa la palabra Libertad, Democracia y Derechos. Tres factores, que deben ir de la mano con la actividad que permite a estos acumular poder, para usarlo más que en beneficio de la gente, en el suyo propio.
Cuando el hijo de Atenas, clasificaba los tipos de gobiernos, estaba consciente de que los aristócratas, nunca gobernarían para otra clase, por eso, de que estas no se suicidan. Como en la Timocracia, que prevalece la búsqueda de honores y cultos.
O, la Oligarquía, donde la intención del pueblo es sustituida por oligarcas, que promueven la búsqueda de riquezas y el culto a estos. La Democracia, intenta garantizar el mandato del pueblo, pero el votante sigue sin decidir, aun cuando acude a las urnas.
Y ahí es donde sistemas como el nuestro, nos hacen dudar, cuál de estos prevalece, porque el ciudadano va a votar cada cuatro años, pero sólo para cosechar decepciones de quienes obtienen el poder con su decisión, contando con la complicidad de los que, en lugar de luchar por el bienestar colectivo, se asocian para alcanzar una migaja del pastel.
En nombre de Los Trinitarios, tenemos el deber, de hacerle entender a los que aspiran a dirigir el Estado, que el voto no puede ser una especie de corso, para que ellos cambien el mandato del soberano, y que la categoría de políticos, tampoco puede ser interpretada como el privilegio que les coloca por encima de la sociedad misma.
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