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Por Alejandro Almánzar
Siempre me ha preocupado y no es primera vez que trato el tema, la presencia de adolescentes en las esquinas, sin que padres, familiares y la autoridad se tomen la molestia de terminar con una cultura que arriesga la seguridad ciudadana.
En nombre de los derechos consagrados en la Constitución, que garantiza su libre tránsito, no puede permitirse que estos individuos controlen las calles, convirtiéndolas en un grave y serio problema de inseguridad.
Hoy, ese problema empeora, cuando sus progenitores viven separados y cada uno abandona el hogar, mientras estos al levantarse, no asisten a otra escuela, que la esquina a “tertuliar con amiguitos” poniendo en peligro la convivencia pacífica.
Por los alrededores donde se agrupan esos mozalbetes, es difícil, que una dama pase y llegue con sus pertenencias a su destino, sobre todo, los fines de semanas, luego de haber cobrado lo ganando después de una dura jornada de trabajo.
Motoconchistas, taxistas y conductores de carros públicos son víctimas de ellos, ante la mirada indiferente de autoridades. En esos espacios públicos venden drogas, planifican asaltos, secuestros exprés y todo tipo de delitos.
Una historia viejísima, que ojalá, alguna autoridad decida erradicarla, pues permitiendo eso, los gobernantes faltan al mandato constitucional de garantizar la libertad de tránsito, dejando que la delincuencia barrial imponga sus propias leyes, como si existiera una confabulación oficial con sus andanzas criminales.
Por eso, es imposible hablar de seguridad, cuando al caminar por barrios de ciudades, usted encuentras las esquinas convertidas en centros de diversión, donde se le impide el paso al peatón, consumen drogas, alcohol y planificando fechorías.
En nombre de la libertad de ellos, no pueden permitir que pongan en peligro a una población que quiere vivir libremente. Los responsables del Estado y municipios, deben comprometerse a erradicar esto, evitar que desheredados de la buena conducta ocupen las esquinas como escuelas donde se gradúan en delincuencia.
La cultura de reunirse en estos espacios libres debe ser regulada, si el gobierno quiere garantizar la libertad al ciudadano de bien. Los parques, deben contar con vigilancia constante, para evitar sean usados para actos reñidos con la ley.
Estos muchachos, deben ser llevados a los Centros Vocacionales de las Fuerzas Armadas o al INFOTEP, donde el Estado invierta parte del dinero que se lleva la corrupción para profesionalizarlos y rescatarlos de ese ambiente pecaminoso, y el que no se acoja al mandato, darle la opción de quedar recluido en su casa o en un penal, pero nunca perturbando la paz social.
Los Estados Unidos, posee una de las democracias mas sólida, pero ni siquiera en New York, la autoridad permite que alguien se pase horas en una esquina, sin que se acerque un oficial a preguntarle sobre su presencia ahí, y por eso, esta nación tiene un poco más de seguridad, pues ellos saben, que, en las esquinas, no sólo se va a hablar de deportes y lo bien que les está yendo en las aulas, si no, a planificar actos perturbadores contra la buena convivencia.
Los congresistas nuestros, deben analizar ese comportamiento juvenil y crear leyes al respecto, creando una Corte de Familia que impida estos sujetos, sin ninguna formación y falta de una sana orientación, tomen las esquinas como escuelas para delinquir. Esto debe involucrar a la autoridad municipal, Juntas de Vecinos y una Policía Comunitaria para darle seguimientos.
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