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Por Alejandro Almánzar
Los neoyorquinos vamos camino a recobrar el derecho de andar libremente por las calles; y si ese era el precio a pagar, perdiendo a dos buenos policías, respetando el dolor familiar decimos “valió la pena”.
Las autoridades que asumieron el pasado enero, están decididos a recoger su sangre derramada para devolverle la paz y tranquilidad a la población, enviando a los agentes del orden a las calles, para sacar de ellas a la delincuencia y criminalidad, que había convertido a New York en una ciudad altamente peligrosa.
Aunque resulta prematuro aún evaluar su novel gestión, los resultados comienzan a verse, y el ciudadano está recuperando el libre tránsito, secuestrado por quienes sembraban el caos y terror con hechos abominables en perjuicio de la ciudadanía.
Desde hace unas dos semanas, es notoria la presencia policial en las calles de cada Condado, patrullando día y noche, haciendo que el ciudadano recobre la confianza de andar libre. De continuar así, en poco tiempo volveremos a vivir la paz social que le robó la delincuencia durante la pasada administración municipal.
Resultaba odiosa la política de detener y revisar a sospechosos en las gestiones de Giuliani y Bloomberg, pero todo cuanto traiga de regreso la seguridad ciudadana, Erick Adams, está llamado a ejecutarlo para sacar esa lacra de la sociedad.
La Gran Manzana, es muy particular, habitada por cerca de 9 millones de personas, donde convergen casi todas las culturas de la tierra y esa mezcla de razas y culturas la hace compleja, ya que, la autoridad tiene que lidiar con distintos comportamientos de individuos, muchos de los cuales no respetan normas.
El mayor problema para quienes quieren luchar contra el crimen y la delincuencia aquí, lo representa el derecho a tenencia de armas de fuego, consagrado en la Segunda Enmienda de la Constitución, lo que les impide controlar estas en manos de civiles.
Un tema muy debatido en las Cortes y el Congreso, pero los políticos nunca se ponen de acuerdo para solucionarlo. Si mal no recuerdo, esta iniciativa ha ido unas 17 veces a debate, pero los intereses de la poderosa Asociación de Rifles, siempre logra tumbarle el pulso a quienes viven preocupados por los actos de violencia que producen las armas poseídas por desquiciados.
Un fenómeno, que pone en peligro la integridad física de la propia autoridad, como lo vimos recientemente con esos dos jóvenes oficiales de policía, asesinados a sangre fría, por un criminal, cuando acudieron a una llamada de emergencia en Harlem.
Durante la administración pasada, las pandillas y gangas, lograron reorganizarse y tomar el control de las calles, dejando muchas víctimas a sus pasos y creando desasosiego. La ratería recobró mucha incidencia en Washington Heights, El Bronx y Brooklyn.
Tal vez, sea la tarea más difícil del alcalde Erick Adams, limpiar la ciudad de esta lacra, y proporcionarle un espacio en la cárcel, de donde no puedan volver a sus andanzas callejeras, llevando inseguridad a quienes necesitan ganarse el pan familiar trabajando horadamente.
Esta labor, debe involucrar a todos los sectores, para junto a la policía, identificar y poner en su lugar a los violentos y así llevar tranquilidad a la gente buena. Es un buen augurio, las medidas que ya se empiezan a tomar, las que debemos apoyar para alcanzar un verdadero Estado de Derecho en que merecemos vivir los residentes de este Estado.
