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De Orenthal James Simpson a Rogel Aguilera-Mederos, Así debí titular este trabajo, analizando dos sentencias evacuadas en tribunales estadounidenses, en que la lucha racial cobra fuerza, una, considerada “benigna”, y otra “extremista”. Alejandro Almanzar
Dos escenarios diferentes, que han tocado las fibras más sensibles de la sociedad. O. J. Simpson, alcanzó quizás, la más alta valoración de un atleta de su época en Norteamérica, idolatrado al máximo, factor principal para no ser alcanzado por el peso de la justicia, aunque las evidencias sobraban, dicen algunos.
Del afroamericano, estrella del Futbol, se dice, fue atrapado prácticamente con la masa en las manos, luego que su exesposa Nicole Brown y Ron Goldman, novio de la dama, fueran encontrados muertos por heridas de armas blancas.
Representado en los tribunales por F. Lee Bailey, (fallecido), quien ganó notoriedad por ayudarlo a salir libre, de un hecho que a todas luces había cometido. ¿Cuáles eran esas pruebas que parecían irrefutables? Veamos, cuando se dio la alerta de un crimen en la casa de los Simpson, la policía de San Francisco, acudió a la escena.
Llamaron al deportista, para “informarle de los hechos”, quien dijo a los oficiales, que de inmediato iría para allá, pero en lugar de eso, este huyó, dejando a los investigadores esperando, hasta que salieron tras su captura como principal sospechoso del doble crimen.
Otras evidencias, en su poder, fue encontrado el cuchillo ensangrentado y sangre de las víctimas en la alfombra del auto, y nada de eso sirvió, porque el abogado alegó y así lo asumió el jurado, que la policía había contaminado la escena, "movidos por odio racial” contra su defendido.
Por eso fue nombrado “el abogado de los abogados”, entre comillas, porque analizando detenidamente lo sucedido, concluiremos en que, más que su pericia como tal, este contó con un jurado compuesto por 12 personas, 10 mujeres y dos hombres, de ese grupo 8 pertenecían a la raza negra.
En el tema actual, tenemos al joven chofer de camión, que manejando por la Interestatal 70, en Denver, a 85 millas, unos 136 kilómetros por hora, dice perdió los frenos y terminó arrollando varios vehículos, muriendo cuatro ciudadanos, en 2019.
Esta vez, el jurado lo encontró culpable de 41 cargos, y lo condenó a 110 años de cárcel, provocando la protesta de camioneros que se solidarizan con él, paralizando el transporte de mercancía del Condado. Pero escuchando al juez, que dictó la sentencia, me hace creer más en la justicia de USA, sin importar que tanto el caso Simpson, como Aguilera-Mederos toquen los extremos de la incongruencia penal.
Constituyendo un paralelismo judicial, pues, aunque en la muerte por armas blancas nadie resultó culpable, el conductor, parece que su defensor no encontró medios para demostrar su inocencia y evitarle tan drástica decisión.
Y aunque será revisada, la gravedad de los hechos no le deja mucho margen para una duda razonable. No se trata del capricho del juez, buscando protagonismo, son las leyes de una nación, que aprendió a sentar precedentes contra quienes las violan.
El futbolista cree salió ileso, pero nada que ver, ese jurado racista, lo declaró inocente, pero la sociedad lo aborrece, como un criminal que por influencia escapó de la justicia, y por lo que la Divina Providencia le pasó factura, pues no hace mucho, terminó una condena por robo en Las Vegas, de obras de arte.
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