Alejandro Almanzar |
El presidente Abinader "reculó" en sus planes de una reforma fiscal impositiva, evitando así, ver arder la pradera, pues, aunque es necesaria, el sentido común aconseja no es momento, porque a pesar del "crecimiento económico" post pandemia, sabemos, el mundo fue paralizado por casi un año, devastando las grandes economías.
Y dicen expertos, “todavía los efectos de la crisis generada por este evento están en camino”, y naciones desarrolladas, ya comienzan a sentir el desabastecimiento del mercado, de ahí, mi preocupación, que, desde el principio de su gobierno, el mandatario actúa como si La República Dominicana estuviera fue del planeta.
A donde la pandemia no llegó, es el problema, de estar gobernados por quienes no saben de necesidades, porque todo lo han tenido en abundancia. Tampoco, compro la idea, que su decisión es escuchando al pueblo, que a unísono rechazó sus pretensiones de continuar estrangulando al pobre, para seguir privilegiando a ricos y políticos delincuentes.
Más bien, creo, el ejecutivo sopesó la reacción de una población desequilibrada emocional y mentalmente, por los estragos de la pandemia, esos, que perdieron familiares, los empleos y que, como recompensa, se pretendía condenar a muerte con nuevas cargas
A un estallido social, mucho más desacertado que el protagonizado por el extinto ex presidente Salvador Jorge Blanco, quien fue mal asesorado en 1984. Más que obediencia, su decisión pudo fundamentarse en eso, porque no tendría excusas, ya que, la misma oposición, se lo venía aconsejando, de los peligros de colocarles más impuestos a una sociedad abrumada por los problemas, hubiese sido total provocación.
Aunque, algunos sostienen, que, de hecho, el gobierno hace rato comenzó a aplicar dicha reforma, con lo que está recibiendo recursos extras. Citan el caso de los servicios para sacar y renovar licencias, donde algunos de esos aumentos llegaron a más de un 400%, y la subida de precios de los alimentos.
Otros creen, la postura de algunos senadores, de someter un proyecto de ley, poniendo fin a los privilegios en el Estado, abortó el plan oficial. Un proyecto que huele a chantaje y a presión, porque el país viene demandando que se termine con la repartición del presupuesto entre legisladores y esos grupos.
El pueblo sabe, son pocos los ricos que pagan impuestos, donde el Estado, todo tiene que exonerárselo, mientras obligan al pobre a cargar con esto; y por eso demanda eliminen esas irritantes exenciones, en lugar de hablarle de crear o aumentar impuestos.
Los gobiernos, nunca han encontrado otra fórmula que no sea cargarle al pobre el peso de esos privilegios con que viven los millonarios. Gente, que no sabe cómo se llena una plantilla de impuestos, mientras el infeliz, hasta comprando un pan, tiene que pagarlos.
Como si el Estado fuera una mafia, para crearle privilegios a ellos, a costa de la desgracia del que menos tiene. El presidente pudo haberse salido de la peor emboscada, desistiendo de tan macabro propósito, pues el país hace mucho, está revelado contra los privilegios de los poderosos, incluyendo al grupo de congresistas, que van al Hemiciclo a aprovecharse de su condición para legislar a su favor.
Finalmente, deseo por este medio, expresar mi solidaridad con los familiares de Reynaldo Pared Pérez,lamento profundamente su muerte. Dicen que, agobiado por la enfermedad, si fue así, lo comprendo, pues creo que, para una enfermedad sin cura, la muerte, resulta la mejor medicina. Adiós, Reynaldo!!!
El autor es periodista
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