La impunidad genera corrupción, el peor cáncer y peligro para la humanidad. De característica universal, con excepción de países como China, donde quien le roba al pueblo, paga con su existencia y tiene que devolver lo robado.
Desaparecidos Santana, Báez, Heureaux, Horacio, Trujillo, sus predecesores, nada hicieron para cambiar eso. Su punto de mayor auge, fue con la muerte del dictador, porque durante ese régimen, robaba él y su familia solamente.
Pero el saqueo aumentó, porque el robo al Estado se democratizó, y la lucha por el poder se centró en el reparto de fondos públicos. Los presidentes debieron pactar con militares y empresarios corruptos para poder gobernar.
Creándose una especie de mafias en instituciones castrenses, incluyendo la Policía, que los recursos asignados para mejorar la calidad de vida de sus miembros, se los llevan unos cuantos oficiales, que se creen estar por encima de la ley y la autoridad legalmente constituida.
Una práctica vieja, con raíces tan profundas, que ningún gobierno había intentado enfrentarla. Finalizada la Era Trujillo, estos encontraron una vía fácil de enriquecimiento, en una sociedad carente de conciencia ciudadana.
Instaurando una democracia, plagada de injusticia social, sólo útil para que cada cuatro años tengamos nuevos millonarios robando al Fisco. Esto empezó, con el reparto de los bienes que los Trujillo no pudieron llevar al exilio.
Los que Balaguer, no pudo enviarles en barcos, quedaron en manos de militares, empresarios y políticos delincuentes. Eso provocó el derrocamiento de Bosch, porque, aunque intentó conciliar con los seguidores del sátrapa, exigía que dichos bienes fueran devueltos al pueblo, su dueño legítimo, desatando la conspiración.
Balaguer, se ufanaba de honrado, austero, conformándose con que "esta se detenía en la puerta de su despacho, pero en su primer cuatrienio hizo trescientos nuevos millonarios y no fue rezando.
Conocí gente, que pedían pesetas, para abordar un carro público, y de repente, aparecieron con fortunas, que superaban a familias ricas tradicionales, que trabajaron duro para ahorrar.
No condeno, que alguien sirviendo en el gobierno, salga con sus problemas resueltos, porque de eso se trata, la persona debe devengar un salario digno. Pero, que, con sueldos de policía o guardia, se acumulen fortunas millonarias, eso produce indignación.
Están tan convencidos de que robarle al país es legal, que como el Ministerio Público se toma en serio combatir eso, cuando detienen a oficiales corruptos, aparecen letreros intimidatorios, diciendo “los militares se respetan”.
Como si enfrentar ese problema fuera una ofensa a militares serios y decentes, pues nadie que se aproveche de una función pública para hacerse millonario puede reclamar respeto de una sociedad irrespetada y burlada.
!Gente, que no ha hecho nada para engrandecer el país, acumula riquezas y salen pensionados de por vida, mientras bomberos, maestros y periodistas viven en la miseria. Por eso, un grupo vendió el barrio Los Tres Brazos, con su población dentro. Lamento, esta lucha sea coyuntural, de un Abinader ético, y no de instituciones capaces de detener la corrupción, sin importar estamentos, ni rangos donde se encubre.
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