Por Alejandro Almánzar
Quisiéramos, las obras prometidas por el presidente, en el Congreso, el pasado 27 de Febrero, sean realizables y no que se trata de vender falsos sueños. Ojalá, supere con creces a Ovando, Balaguer y a Leonel en urbanismo y megas construcciones.
Pero para ahorrarnos más frustraciones de políticos, es mejor tomarlo como uno de tantos discursos que persiguen entretener a la audiencia, aunque preocupa, Abinader se muestre como quien sin brújula alguna navega en alta mar frente al Estado.
El presidente tiene tiempo para cometer errores y rectificar, pero debe cuidarse de acentuar una pifia tras otra, porque puede caer en un vacío, que lo hunda en el descredito en su paso por el poder. Debería conjugar su accionar ético y moral, con un manejo eficiente de la actual crisis, y será referencia a emular luego.
Lic. Alejandro Almanzar
Pero si ya investido presidente, recurre a la retórica de promesas electoreras, terminará haciéndole compañía a su par Hipólito Mejía, como mal gobernante, pues la interrogante obligada es ¿De dónde sacará los fondos para ejecutar esto? ¿Desconoce la magnitud de la crisis que vive el mundo?
Fue un discurso penoso, fuera del contexto real, asumo que buscando motivar al ciudadano, pero que surte efecto contrario, cuando todos sabemos, que los medios de producción quedaron desarticulados con la parálisis existente, las realizaciones no se nutren de buenas intenciones, si no, de sabias acciones.
Fue lo primero que critiqué cuando asumió el cargo, el pueblo esperaba si no un plan de austeridad, por lo menos, el sacrificio de los funcionarios por la realidad económica que encontraba, pero nada de eso, aunque él y otros funcionarios donan el salario.
Pero de eso no es que se trata, es que, si el Estado merma en sus recaudaciones, no entendemos, de dónde sacan para algunos aumentarse lo que ganan. Para ir a la Reunión Conjunta, a hablar de proyectos de inversiones millonarias.
Algo que ni las grandes naciones se dan el lujo en medio de tantos problemas de salud que vive la humanidad. Un mal, no se cura negándose, si no, reconociéndolo y aplicando correctivos sanadores. Como dijera el expresidente Fernández, no se trata de motivar, es cuestión de aterrizar, y ofrecer soluciones creíbles.
O como dijo el ingeniero Ramón Alburquerque, su compañero de partido, al Congreso no se va a vender sueños. De acuerdo a economistas, ya el país tiene comprometido cerca del 70% del PIB para pagos de deudas. No puede apostar a que los países den una moratoria en el pago de esta, lo que todavía ni planteando está
¿Volveremos a las papeletas de Lilís, ahora de Abinader? ¿Desconoce el jefe de Estado, que la salud mental de gran parte de la población está deteriorada, que incluso, eso está incidiendo en la criminalidad y violencia? La gente sale sin rumbo, enloquecido, fruto de la situación, y el gobierno, en lugar de aumentar las ayudas sociales para calmar la ansiedad de los pobres y afectados por la crisis, mejor se las han quitado a muchos.
La solemnidad de una fecha como el 27 de Febrero, es para comprometer al ciudadano a emular a Duarte y Los Trinitarios, jamás para mediante un mensaje, que da la sensación de estar conducido por una tripulación en alta mar que sin brújula alguna marcha sin rumbos fijos, pues es como hacernos perder la fe en el porvenir.
Twitter, @alexalma09
