Mi Ventana Óptica
Por Alejandro Almánzar
Cada proceso electoral muestra la debilidad del sistema político, ya no sólo en países de instituciones débiles, si no, naciones “civilizadas” y desarrolladas, donde la voluntad popular depende de artimañas de actores locales y foráneos.
Tanto así, que nadie imaginaría a Los Estados Unidos, entrando en crisis de credibilidad de su sistema democrático, porque quienes intervienen en la política, recurren a cuantos métodos cavernarios pueden tratando imponerse.
Siempre hubo disputa electoral entre demócratas y republicanos, algo normal en la búsqueda del poder, pero nunca a los niveles actuales, en que los aspirantes no encontraron más que descalificaciones como promesa al electorado. Lic. Alejandro Almanzar
El duelo Trump-Biden, no aportó nada favorable a quienes todavía creen en la democracia como modelo de convivencia. Por el contrario, puso de relieve, que lo único importante es llegar al poder, sin importar medios a emplearse.
El escarceo electoral no era común, pero desde 2016, el fraude electoral ha aparecido como fantasma inoportuno en USA, la dirigencia demócrata se pasó cuatro años acusando a Trump de haberse valido de Rusia para ocupar La Casa Blanca.
Ahora, Trump acusa a China, de estar detrás de la elección de Biden, incluso, denunció que “muertos” aparecen votando por correo, ojalá no hayan exportado esto de políticos dominicanos, que para ganar procesos levantan difuntos de las tumbas a votar.
Trump demostró, que el manejo del Estado es para políticos, que carentes de sinceridad, mienten deliberadamente y convencen a incautos con sus mentiras, él en cambio, no imita a quienes ven la política como el arte de mentir.
También tiene en contra, comportarse polémico, incapaz de concertar con enemigos, incluyendo compañeros de su Partido, a quienes maltrató, sin detenerse a pensar que así debilitaba su proyecto de intentar seguir en el cargo.
Esto y más, puede decirse de él, pero tiene la satisfacción de haber unificado a los estadounidenses, en su determinación de colocar los intereses norteamericanos por encima de los extranjeros, y es lo que debe hacer todo mandatario.
Es lo que reclamamos de las autoridades dominicanas, que en sus afanes, sólo saben mostrarse sumisos a intereses foráneos. El presidente debe defender primero los de su nación, y si esto termina derrotándole, debe servirle de honor.
Se iría con la conciencia tranquila, porque no deja una sola guerra en desarrollo auspiciada por su administración y como tal, la historia y el mundo les recordarán. Redujo la presencia militar en países invadidos por gobiernos pasados.
Libró una heroica batalla, defendiendo la condición de primera potencia de Los Estados Unidos. Otro tema engorroso, odioso y mal manejado por el presidente es Inmigración, pero como he dicho, es su responsabilidad exigir que sea regulada.
Como cualquier nación soberana, tiene derecho a decidir a quienes aceptar en su territorio y a los que no, lo mismo que exigimos y exigiremos los dominicanos con el tema haitiano. Somos ciudadanos del mundo, no de una raza, ni de un litoral.
Pero mientras existan las fronteras, las reglas de juego debemos respetarlas, sobre todo, hoy cuando el terrorismo amenaza la paz mundial. Otro error cometido por Trump fue incentivar la lucha religiosa, algo que siempre ha divido a la humanidad.
Los insultos y la violencia expresada en la campaña recién concluida dice que la actividad política fue convertida en la podredumbre, donde se revuelcan los más bajos instintos humanos, llevando el sistema al colapso total.
Twitter, @alexalma09