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Rafael Chaljub Mejìa

Este gobierno tiene una presencia predominante del alto empresariado pero muy pocos cuadros políticos en sus altas instancias.

Aquí se vive satanizando a los políticos y a la política, pero resulta que cuando se trata de los asuntos del Estado, la ciencia que debe regir es la política. No la politiquería barata, sino a la política como ciencia y arte de gobernar y dirigir de los asuntos públicos.

La economía es la base de la sociedad. Eso es del abc. Pero como dijo Lenin, “la política es la expresión concentrada de la economía”. El empresariado debe tener representación en el gobierno, pero ningún gobierno puede cumplir exitosamente su función si arrastra un déficit de pensadores y estrategas políticos.

Nadie discute que en medio de una crisis como la que encontró el presidente Luis Abinader, hay que hacer determinados ajustes en la economía. Pero si se deja que quienes dicten las recetas sean tan solo los cuadros técnicos del gran empresariado colocados en el aparato estatal, las consecuencias políticas y sociales redundarán en detrimento del crédito y el prestigio políticos del gobierno.

Recordemos. El doctor Jorge Blanco subió al poder en 1982 con gran respaldo popular, pero asumió las fórmulas económicas del FMI y de una alta burguesía local insensible en lo social y miope en lo político.

Antes de la mitad del período, un estallido de la violencia social se adueñó de las calles, vino la represión del gobierno para frenarla y aquello terminó en la tragedia que todos conocemos.

Pueden hacerse todos los cálculos económicos, pero anunciar un paquetazo impositivo a secas, como quien deja caer una piedra desde lo alto, puede estar a tono con la forma de pensar y el frío interés del gran empresariado, pero equivale a perder de vista la política. A olvidar que aquí hay una población que hizo posible el cambio, no para que se la pusieran a pagar los vidrios rotos de la crisis, sino para que se tomaran en cuenta sus aspiraciones de justicia y bienestar.

Ya hemos visto la reacción adversa que provocó el anuncio y, como el presidente no tiene un portavoz competente, ni sus políticos diestros salieron al ruedo, el mismo presidente Abinader ha tenido que dar el frente, y con el equilibrio y la mesura demostrados hasta ahora, hablarle al país como estadista y ante todo, como político.