Por Arcadio Lugo Puello
En los últimos días se ha suscitado un alboroto con dimes y diretes por diferentes sectores que inciden en la sociedad dominicana con relación a las opiniones vertidas en torno al concepto y efecto de la presencia de la llamada “música o género urbano” en el seno de la comunidad, aunque por el apellido urbano parece que lo rural o campesino no cuenta para este ritmo.
LIC. ARCADIO LUGO PUELLO
Desde el siglo pasado se ha venido diciendo que el merengue está en crisis o decadencia, que se nota un vacío y que el mismo ha sido suplido por los ritmos de último momento que han sacado la cabeza en el ámbito fiestero de nuestros barrios y ciudades, atrayendo multitudes de jóvenes y otro no tan jóvenes pero que se suman a la nueva tendencia rítmica. Ritmos como el Reggae, Reggaetón, Denbou, merengue de calle y las otras etiquetas con que se le denomina tienen sus representantes y misioneros encargados de esparcir estas manifestaciones por las arterias sociales. Entre ellos Mozart la Para, Don Miguelo, el Lápiz, Vakero, El Alfa, El Mayor Clásico, El Poeta Callejero, La Materialista, Melimel, Milka La Mas Dura, Secreto, Omega, El Nene, El Bulin, Super Nuevo, y otros que suman decenas en el prado de la farándula iniciativa que |
Son múltiples las opiniones encontradas entre los ejecutores de esta corriente y otros que dentro del ambiente artístico emiten sus consideraciones, por ejemplo, el legendario músico dominicano, Wilfrido Vargas dice lo siguiente “ el nuevo ritmo criollo conocido como Denbou no es música, sino algo para entretener,” y acto seguido lo catalogó de “peligroso para la salud y no tiene ni un rango mínimo de dignidad y que eso es peligroso abrir espacio a esa musica.
es hasta cierto punto dañina.” (Referencia, escritor Fausto Planco, revista Gazcue es arte 27 – 3 – 2012.)
En ese mismo tenor se pronunció el afamado músico y director de la Orquesta Sinfónica Nacional José Antonio Molina ydice que “el género que sea, urbano, bachata, merengue etc. que incita para maltratar a la mujer es nocivo, es un veneno para la sociedad y es un reflejo del deterioro que en un momento determinado sufre la sociedad” (Esta noche Mariasela 26 feb. 2015).
De una forma muy sutil o diplomática, si se quiere, el caballo Johnny Ventura, le exhorta a los mamberos “ que bauticen ese ritmo, le pongan un nombre y lo apadrinen,” es decir, que lo legalicen y así no tienen que ir de las manos del merengue ni de otra familia musical, ni tampoco se le indilgaría que están invadiendo el espacio del merengue.
Recientemente, Koqui Acosta tronó en Nueva York, expresando que, “el denbou y Reggaetón es la porquería más grande que se han inventado, es el disparate más grande que se ha hecho para hacer daño a la juventud y a la humanidad.” También el comediante y actor Boca de Piano (Fausto Mata) ha externado su criterio al respecto y, en fin, un gran reperpero ha dicho presente.
Y, si seguimos leyendo y oyendo tendremos más opiniones en pro y en contra, pero indefectiblemente la sensatez y la prudencia nos dicen que estos muchachos hacen un gran esfuerzo para ganarse un espacio en este laberinto llamado sociedad donde cada uno quiere hacer valer su verdad.
Entonces sería cuesta arriba pedir que desaparezcan estos ritmos y sus actores, más bien se hace necesario hacer una profilaxis o limpieza profunda tanto en el fondo como en la forma para llevar este producto más depurado al público consumidor. Porque como se dice popularmente se “han pasado de contentos y pasaron de la expresión con picardías al doble sentido y de ahí a la morbosidad, y de ésta a la vulgaridad, grave error, es de ahí que somos de opinión que este árbol hay que podarlo como aquel que tiene una rama quebrada, cortarla, una rama torcida cortarla, una necrosis o cáncer en su cuerpo, eliminarlo, hasta dejar la parte buena y útil.
No es secreto para nadie que estos muchachos como “artesanos de la música” utilizan un lenguaje inapropiado para el consumo de una sociedad que aspira a encausarse por los senderos de la decencia y la moral, ya que muchas de estas composiciones ofenden la moral pública, social, familiar, y religiosa. Marchitan las buenas costumbres, y hasta llegan a “ofender el sentido del olfato” como dijera sarcásticamente el Dr. J. Balaguer refiriéndose a las décimas de Juan Antonio Alix.
Hay estudios que revelan que “el léxico o diccionario de estos artesanos apenas llega a 25 palabras,” y de ésas una parte parecen pescadas en una cloaca. Esto sin contar los movimientos y gestos vulgares que ruborizan al espectador. Entonces, de un enanismo intelectual de ese nivel no se puede esperar maravillas, pero ellos responderán que son mega-máquinas para producir dinero.
Ante esta coyuntura, creemos que es el punto exacto de poner el cascabel al gato, la tapa al pomo y el punto sobre la i, y rescatar a ese gran segmento de la sociedad integrado por niños, adolescentes y jóvenes que al ser consumidores primarios de estas creaciones son víctimas de primer orden de los escritos y cantos de estos artesanos de la música, es momento de que las autoridades analicen y juzguen el contenido que se le está llevando a nuestros hijos.
Es de rigor que el organismo rector, la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía aplique el reglamento existente al respecto y si el mismo no tiene suficiente alcance para los fines de lugar que se modifique o se declare caduco y se instrumente otro cuyo espíritu y alcance contribuyan a mejorar este estado de cosas que parecen estar regido por “el dejar hacer.”
Los responsables de transmitir este género musical o artesanal, radio, televisión y las redes sociales, antes de llevar este contenido al público deben recordar que dentro de su misión está orientar y educar al pueblo, aunque sea de manera mínima e informal.
Por lo que los desaciertos cometidos en el contenido y con un mensaje podrido que sus trabajos no sean publicados hasta que no sean debidamente autorizados por una autoridad competente.
Estas medidas pondrían en el camino correcto a los presentes y los futuros hacedores de estos ritmos y que además no se manejen deliberadamente en este ambiente y sepan que el imperio de la ley es implacable y que no tolera desafueros y menos aún chivos sin ley.
A mi humilde entender, creo que ha habido una gran confusión en el sentido de que este ritmo produce cierta cantidad de dinero, erróneamente se podría considerar que es por la calidad del mensaje o por la facultad interpretativa del emisor del mensaje, pero no, quizás esto ha presentado un espejismo que a la hora de evaluar y poner cada cosa en su lugar se presenta una virtual confusión y podría llevar a estos nuevos intérpretes a auto colocarse en el pedestal equivocado.
Finalmente, quiero reiterar a las autoridades e instituciones ligadas a este ambiente que a estos jóvenes que se denominan y se señalan como artistas ( yo prefiero llamarlos artesanos de la música) por la salud de niños, adolescente y jóvenes deben ser tomados de la manos y orientarlos ( si se dejan ) para tales fines se podría contar con los buenos oficios de Espectáculos Públicos, ministerios de Cultura, Bellas Artes, escuelas de formación artísticas, feria del libro y cualquier otra institución con calidad probada para aportar las ideas necesarias para mejorar la calidad del producto de consumo masivo.
