Por Carlos Segura
El nepotismo, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, es la desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos.
Si nos guiamos por la estricta acepción del concepto, en la decisión del presidente LuisAbinader de nombrar en altas posiciones a personas de una misma familia no hay nepotismo.
Lic. Carlos Segura, profesor y diplomatico (R)
Que se sepa, él no tiene lazos familiares con ninguna de las personas nombradas en esos puestos. Sería también injusto acusar a Abinader de estar haciendo exactamente lo mismo que Danilo Medina, que tenía a todos sus parientes en altas posiciones (puro nepotismo). En cuanto a sus ministros, lo hacían de forma solapada, distribuyendo a sus parientes en diferentes instituciones del Estado, todos en altos puestos muy bien pagados (los nombraba el Presidente, no ellos).
Temístocles Montas, para solo citar un ejemplo, tenia a toda su familia en altos cargos, todos en instituciones diferentes ¡Descarada forma de encubrir el nepotismo!
Abinader, en un intento por guardar las apariencias, hasta ahora no ha nombrado en altos cargos a ninguno de sus parientes. Valga incluso reconocerle que hasta ha reducido la onerosa carga que tradicionalmente ha representado para el erario la Primera Dama, pero como hasta ahora ha venido funcionando alternando aciertos con metidas de patas, si ha cometido la indelicadeza de nombrar a varios familiares de sus ministros en altos cargos, y ha designado ya a casi dos decenas de asesores, para supuestamente ocuparse de temas que pueden perfectamente estar a cargo de sus respectivos ministros, que tienen a su alrededor asesores al granel.
Una perfecta mezcla de nepotismo encubierto y clientelismo político.
La práctica de encubrir el nepotismo no es nueva, ya en la Edad Media era recurrente entre los papas criar a sus hijos naturales como "sobrinos" y darles la preferencia de elevarlos a cardenales (no era grave, eran solo su "sobrinos"). Ya no estamos en la Edad Media, las prácticas poco éticas se refinan, se maquillan, para hacerlas menos escandalosas e irritantes.
Pero para los políticos dominicanos parece ser que lo que es escandaloso, indignante, desde la oposición, no lo es desde el gobierno. Una vez montados en el palo, hacen lo mismo, pero recurren a todos los sofismas imaginables para negar que ellos sí que no hacen lo que le criticaban a otros.
Ayer (22-08-20), aparece en el periódico digital Acento un artículo José Lois Malkún, de conocida vinculación al PRM, reclamando que es injusto, desconsiderado, acusar de nepotismo al actual gobierno por haber colocado en altos cargos a cuatros personas de una misma familia, todos, por demás, con excelentes currículum.
Nadie cuestiona las calificaciones de estas personas, son los hijos e hijas de papá, que han tenido el privilegio de asistir a los mejores centros de enseñanza, pero esto de ninguna manera excluye a unos pocos pobres que también hemos logrado, por obra y gracias del Espíritu Santos, pero sobre toda por las ganas de salir adelante, una excelente formación académica y que podemos funcionar en mas de un idioma, igual o mejor que los hijitos de papá.
Y, aclaro, que no me interesa un puesto ni en este ni en ningún gobierno, para que no se confunda mi critica con algún mezquino resentimiento.
Reclama con indignación el señor Malkún que esos nombramientos del presidente Abinader no se pueden comparar con las 800 personas que tenían vínculos familiares con los jerarcas del PLD, distribuidas en las diferentes instituciones del Estado.
Comienzo por precisar, que no son solo cuatro, son más, y en tan solo seis días de gobierno. La simple aritmética nos indica que, a ese ritmo, la indelicadeza que realizó el PLD en 20 años, el actual gobierno la superará en menos de cuatro años.
Tampoco estoy regateándole al presidente Abinader su legítimo derecho a nombrar por decreto todos los puestos políticos, esto es, ministros, viceministros, directores de instituciones autónomas del Estado, gobernadores provinciales, embajadores y cónsules (excluyendo los funcionarios diplomáticos y consulares de menor rango, que en los países organizados son reclutados vía concurso) y hasta cuatro o cinco asesores en temas bien específicos. Pero el festín es irritante.
Pero esta no es la única metida de pata de un gobierno que apenas lleva una semana. Estupefacto recibí, apenas dos o tres días de iniciarse el gobierno, las declaraciones de la ministra sin cartera y dirigente del Partido Revolucionario Moderno (PRM), Geanilda Vásquez, anunciando que ningún ministro del actual gobierno puede nombrar personal en su institución sin el consentimiento del comité de empleo o evaluador de esta organización política. Si así es que pensamos institucionalizar el país, comenzamos muy mal, pero muy mal, distinguidos señores del partido de gobierno. Eso debe ser competencia del Ministerio de la Administración Pública, no de ustedes.
Tenía la esperanza (¡qué iluso!) que el gobierno del cambio, que prometió institucionalizar el país, anunciaría la inmediata movilización del Ministerio de la Administración Pública para hacer una rápida y eficiente evaluación de la empleomanía estatal, exceptuando servicios esenciales, médicos, enfermeras, profesores, puestos que se supone están ocupadas por personas que han cumplido con ciertos requisitos para acceder a ellos. Excluyo también a la Policía, que debe ser objeto de una reforma aparte (esto ultimo ya ha sido anunciado, espero que se haga, ¡es una urgencia!).
Aspiraba también a que, una vez evaluado ese personal, toda persona que ocupe un puesto en el gobierno, sin las competencias requeridas para el mismo, fuera despedida (y ni hablar de los cientos de miles que obran sin trabajar, tanto pequeños montos como escandalosos), y de esa forma reducir una empleomanía excesiva, que absorbe cuantiosos recursos, que bien podrían servir par mejorar los muy precarios servicios públicos.
Del mismo modo, aspiraba a que, en lo adelante, todo ingreso a la administración pública, desde chofer hasta director departamental o regional, se hiciera por oposición, concurso abierto a todo el que pretenda tener las competencias requeridas para para ello, como es costumbre hacer en los países organizados.
No faltará quien piense que sueño en colores, que la República Dominicana no es Suiza, pues escuche usted: justamente de eso se trata, de que aspiremos a ser la Suiza del Caribe, adecentando la política, para dejar de ser el banana country que somos ¿O es que acaso este conglomerado de negros y mulatos que poblamos este pedazo de isla, colocada en el mismo trayecto del sol, no merecemos ser una gran nación, que exhiba con orgullo su presencia en el grupo de países organizados del planeta?.
¡Si no pensamos y actuamos en grande, estamos condenados a ser eternamente chiquitos y débiles, banana country!
El gobierno apenas comienza, y es costumbre y justo darle la gabela al corredor.
Tienen pues 100 días por delante para emendar sus primeros errores, prestar oído al reclamo generalizado de que este país hay que adecentarlo y evitar, que lo que hoy es un simple calentamiento de las redes, pase a ser protestas callejeras, retomando la consigna e’ pa’ fuera que van ¡Por el bien del país y de ustedes mismos, paren eso!.
Sigo deseándoles que hagan un buen gobierno y que la emoción que me produjo el discurso del presidente Abinader durante su Toma de Posesión no se siga convirtiendo en decepción.
Montreal, Canada,23-08-20.
