Mi Ventana Óptica
Por Alejandro Almánzar
Aunque no soy psicólogo, amo esa profesión, porque extrae el Espíritu, para dejar al desnudo a la bestia humana. Por eso, viendo acontecimientos sucedidos en el quehacer político dominicano, pensé en el trastorno de la personalidad.
No estoy facultado para diagnosticar a individuos, porque todos, de alguna manera, debemos poseer una personalidad un tanto rara, y pudiéramos estar ungidos de un trastorno, que se agrava, cuando en lugar de reconocerlo, lo negamos.
Consultando figuras de la Conducta Humana, encontré interesantes respuestas, como estas, “es una condición mental, expresada en un patrón conductual, poco saludable, para el individuo enfrentar situaciones y relacionarse con los demás.
Con limitaciones en las actividades sociales, y el trabajo. Pocos, pueden darse cuenta de su trastorno, porque su forma de pensar y comportarse, le parece normal, y prefieren culpar a los demás de sus problemas, y se resisten a buscar ayudas, porque están bien.
Esta condición comienza en la adolescencia o la adultez. Estudiar el perfil de un individuo, resulta difícil, incluso, intentar conocer al que nace y se cría con nosotros, saber cómo piensa, porque muchas veces, ni nosotros mismos nos conocemos.
Poseen una mente fría, calculadora, manipuladora, escurridizos, de bajo perfil, detectar su peligroso proceder, complica a los discípulos de Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, para llegar a descubrir de qué no son capaces estas personas.
Excesivamente emotivos e impredecibles, excéntricos y extraños, desconfiados, sospechan de todo el mundo, mantienen una creencia injustificada de que alguien lo quiere dañar o engañar, vacilantes, ven conspiración en todo el que no le obedece.
Sensibles a ser criticados, hostiles, insultan con facilidad, rencorosos, inseguros, miedosos, pocos coloquiales, no honran amistad. Imitan a Narciso, quien se ahogó, cuando extasiado con su figura, al verla reflejada en el agua, se lanzó sobre ella a besarla.
Su narcisismo lo lleva a la vanidad, siente rechazo por quien exhibe dotes intelectuales, habilidades, y en lugar de unirse a éste, para nutrirse de esas prendas, prefiere alejarlo de su entorno, por (miedo) a ver ridiculizada su trastornada personalidad.
Envidia las buenas cualidades ajenas, terminan atrapados en la depresión, y en un estado emocional horrible. Sufren de insomnio, se desvelan, preocupados por el triunfo ajeno, eso lo explica mejor José Ingenieros, recurren a lo que sea, para intentar vencer al contrario, sin reparar en consecuencias.
Presumidos, sólo es importante lo que salió de su macabra idea, ninguna otra propuesta tiene sentido, porque sólo ellos tienen la capacidad de pensar. En La República Dominicana, hemos tenido a estos personajes desde su fundación.
Alfau, hombre de poca luz, lleno de resentimiento y envidia, delató el proyecto la Trinitaria, cuando apenas tenía días de iniciar sus reuniones secretas, Santana, condenó a Duarte al exilio, hizo fusilar a Sánchez, Heureaux, Duverge, aisló a Luperón, Trujillo, a Estrella Ureña, en fin.
Alguien con esa característica, se aferra al poder, compra voluntades y elogios, se rodea de adulones, se vuelve controlador, y represivo. Habla en primera persona, y alaba sus acciones, prefiere a los sumisos, a personas sin ideas.
Odia visceralmente a quien no lo reverencia. Tratados de psicología, psiquiatría, y otros, sobre la conducta humana, expresan que el accionar errático de los humanos es intrínseco, y viene acompañado de un trastorno de la personalidad, que demanda atención temprana.
Nota: Cualquier similitud con algún personaje de la vida política actual, es mera “coincidencia”.
Twitter, @alexalma09