1 de 5 Por Rafael A. Polanco/ Periodista y politologo QUÉ HAY DETRÁS DE LA PANDEMIA Los nuevos tiempos que vive la humanidad, influenciados ...
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Por Rafael A. Polanco/ Periodista y politologo
QUÉ HAY DETRÁS DE LA PANDEMIA
Los nuevos tiempos que vive la humanidad, influenciados por la calamidad que representa el Coronavirus o COVID-19, podría definirse como algo complejo, excepcional, insólito.
A simple vista, el flujo de informaciones escalofriantes que llegan a diario de diferentes confines, dan grima. Se ha hecho normal contar la cifra de contagiados y muertos como si formara parte de la nueva cotidianidad de los seres humanos.
Observando parte de esas informaciones internacionales que recibimos, da la impresión de que todo es fruto de la lucha de intereses entre Estados Unidos y la República Popular China, pues todo apunta en esa dirección y cada vez surgen nuevos elementos que hacen suponer que de eso se trata.
No alcanzo a comprender el por qué de todas las muertes que se registran diariamente en todo el mundo, derivadas de los efectos del COVID-19 y que parecen ser producto de una guerra con un enemigo invisible y extremadamente peligroso, que mata rápido.
Desde el inicio de esta situación he estado en una constante búsqueda de que hay detrás de todo y lo que he encontrado ha sido desconcertante. Por ejemplo, el doctor en ciencia militar y coronel de la inteligencia rusa, Vladimir Vasilievich Kvachkov asegura que el COVID-19 no es una pandemia, ni siquiera una epidemia.
Asegura que el fenómeno del coronavirus debe ser examinado de la perspectiva de los poderes globales, religiosos, políticos, económicos y financieros, no desde el punto de vista de la salud pública o la epidemología.
Su criterio es que debe ser visto como una operación estratégica global, pues son operaciones de comando sobre las personas dirigidos por los poderes ocultos que buscan controlar a la humanidad, inspirados en poderes satánicos.
Estima que la gente está teniendo menos fe en Dios y que ignora la existencia del enemigo número uno de la humanidad que es el diablo. Dice que el objetivo de los poderes ocultos y sionistas es la reducción de las personas, bajo el entendido de que la tierra está superpoblada.
De lo que se trata es de abolir las libertades públicas y los movimientos de la gente por el mundo. Lo que se busca en el fondo es aterrorizar a la gente en base a propaganda sico informativa.
Lo resumen en cuatro propósitos fundamentales: primero reducir la población mundial, segundo establecer control sobre la humanidad, la tercera es desinflar la burbuja financiera y la cuarta eliminar la competencia geoeconómica.
Mantengo la expectativa de que sobre la marcha surgirán surgiendo nuevos elementos esclarecedores y que sean los propios protagonistas de esta lucha los que comiencen a dar señales de qué hay detrás de esa situación.
La prensa internacional sirve de canal para divulgar lo que dicen uno y otro en esa rivalidad y han hecho a todos en el mundo mudos testigos de los dimes y diretes de las autoridades norteamericanas y chinas.
De hecho, cada día, con los enfrentamientos públicos entre los dirigentes de ambas naciones salen a flote algunos de esos nuevos elementos que ponen en el tapete que la presencia del coronavirus no es fortuita, sino que surge de esa confrontación, pero carajo, quién pagará las vidas que se han perdido y que siguen sumando nuevas estadísticas cada día.
Lo más preocupante y grave de todo, lo impensado, es que los expertos en materia de salubridad afirman que lo peor no ha pasado, que la tragedia mundial apenas comienza, que los daños a los seres humanos serán mayores y hay quienes hablan hasta de que tendremos que acostumbrarnos a vivir con el virus, porque éste vino para quedarse.
Extremistas y dramáticos se van más lejos y coinciden con lo dicho por el militar ruso de que lo que sucede actualmente, todas esas muertes que se producen a diario a nivel mundial, forman parte de un plan para mermar la población, bajo el entendido de que la tierra está superpoblada.
Aunque el estar tanto tiempo encuevado condiciona el estado de ánimo y hasta la capacidad de pensar y discernir, creo tener todavía la suficiente lucidez como para señalar que no comulgo con ese criterio y, por el contrario, comparto el decir de quienes se me adelantaron afirmando que por fuerte que sea la tormenta, como tantas otras, ésta pasará, aunque todos tengamos que poner de nuestra parte para ayudar a su solución.
Como periodista de larga trayectoria laboral y gremial, me he pasado la vida escribiendo de cuantas situaciones se consideran noticias, por ser de interés para todos. Esos escritos casi siempre los he producido desde la redacción de una emisora, un periódico o de un canal de televisión, aunque también me ha tocado desenvolverme en oficinas de prensa y relaciones públicas.
A propósito del encierro obligatorio que se nos ha impuesto, soy de los que creen que la cuarentena y el toque de queda no resuelven nada, por el contrario, solo se usan como pretexto de los que mandan para ganar tiempo, definir y adoptar medidas o estrategias que, en la mayoría de los países, se ha demostrado, por los resultados, que de nada han servido, pues pese al confinamiento sigue el contagio y las muertes.
En nuestro país hemos observado que los funcionarios, políticos y algunos trabajadores que, por las características de sus labores han tenido que mantenerse desplazándose, son muy pocos los contagiados. Los ha habido, pero en cantidades que no son como para alarmarse.
En los países de América Latina en donde la cuarentena no ha sido tan estricta, como Uruguay, donde no la han aplicado, Costa Rica, ha sido muy flexible y Paraguay, aunque menos flexible, pero presentan registros de contagios y muertes que ponen en entredicho la cuarentena obligatoria.
Al día 22 de mayo, según sus Ministerios de Salud respectivos, en Costa Rica se habían registrado 866 casos del coronavirus y 10 fallecimientos, en Uruguay 20 muertes y 738 casos positivos y en Paraguay solo había 11 fallecimientos y 829 contagios.
Todos los recursos invertidos en campañas instando a la gente al encierro con el llamado QUEDATE EN CASA, pudo perfectamente emplearse para concientizar a los ciudadanos de la peligrosidad de la enfermedad y de su alto nivel de contagio y penalizar sólo a los que ponían en riesgo su vida y las de los demás, pero no meter a todos en un mismo saco.
Los tres países citados tienen en común que son de escasa población y sus gobiernos actuaron rápidamente, aplicando medidas. Costa Rica, fue el primer país centroamericano en registrar un caso positivo de COVID-19 y, a pesar de su amplia actividad turística, a los pocos días cerró sus fronteras y restringió los viajes.
Uruguay, por su lado, declaró la emergencia sanitaria y cerró las escuelas el mismo día en que se confirmaron los primeros casos y en mayo era el país con mayor tasa de pruebas, mientras que Paraguay aplicó las medidas de cuarentena flexible tras confirmarse el segundo caso de contagio.
Las excepciones en América Latina son Brasil y México, en los que el populismo de sus presidentes los llevó a desafiar la enfermedad, al extremo que su población pagó con cifras incontables de contagiados y muertes que pudieron evitarse.
En República Dominicana, las actitudes de los que mandan han puesto en evidencia su incapacidad o falta de voluntad para concertar con los diversos sectores de la vida nacional, para buscar salidas consensuadas a la crisis generada por la pandemia y prefieren imponer su criterio a rajatabla.
Es verdad que muchas medidas aplicadas fueron cumpliendo el protocolo dispuesto por la OMS y su representación local, la Oficina Panamericana de la Salud (OPS), cuestionadas por supuesta parcialidad y excesiva tendencia a crear miedo, pánico con sus pronunciamientos.
La cuarentena, por ejemplo, conforme a la OMS-OPS, buscaba mantener a las personas en distanciamiento social, para evitar posibles contagios del COVID-19, pero me preguntó, no es posible el distanciamiento social sin mantener a la gente encerrada?
Siguiendo ese protocolo, en muchos países se impuso un encierro casi total para preservar la vida de todos. República Dominicana no fue la excepción y, en consecuencia, el Poder Ejecutivo, avalado por el Congreso Nacional, decretó ambas disposiciones.
Si bien es cierto que hay mucha gente imprudente, que no atina a respetar las medidas para evitar el contagio, considero desproporcionado entender que todos pensamos y actuamos iguales, violando derechos fundamentales, establecidos en la Constitución, anulados transitoriamente amparado en el estado de emergencia.
Esa anulación transitoria no da derecho a violar el fuero domiciliario o a golpear o esposar a los ciudadanos como vulgares delincuentes. Pienso que se pudo establecer restricciones y hasta sanciones sin caer en los extremos y las exageraciones que hemos vivido en nuestro país y en otras naciones.
Desde el 19 de marzo República Dominicana se convirtió en una especie de cárcel de casi toda su población, donde la gran mayoría de los ciudadanos eran reos, pues no podían salir de sus casas, so pena de caer presos y, además, pagar multas.
A pesar de mi desacuerdo con algunas de las medidas adoptadas, soy de los que estima que era necesario aplicar ciertos niveles de restricciones sin llegar a los extremos a los que hemos sido sometidos.
Estoy convencido de que más tarde que temprano el mundo despertará de esta pesadilla que estamos viviendo, pues no es la primera vez que la humanidad se ve afectada por una pandemia, que finalmente, termina dejando a su paso enfermos y fallecidos, pero todo vuelve y se recompone.
Hay ejemplos en el pasado que muestran que es así. Tal es caso de la gripe española de 1918, que se expandió, enfermó y mató a millones de personas y cuando se estaba detrás de una vacuna para enfrentarla, se esfumó de la misma manera que llegó, sin avisar.
EXPERTOS OPINAN
Buscando explicaciones a todo esto, aparecen argumentos de expertos que afirman el origen de la enfermedad fue creado, que nace de intereses entre naciones poderosas del universo y de funcionarios de sus gobiernos que aprovechan la situación para hacer negocios y sacar ventajas.
En otros países, no necesariamente poderosos económicamente, se habla de que también ocurren acciones de funcionarios, alentados por la avaricia y las tentaciones que provoca el manejo de cuantiosos recursos para compras necesarias de insumos y equipos para enfrentar la pandemia.
Bolivia, Paraguay, Puerto Rico y República Dominicana están entre los países en donde se habla de manejos irregulares de esas compras.
Hay profesionales de la medicina que coinciden en que el coronavirus fue creado, tales son los casos de los doctores norteamericanos Rashid Buttar, Judy Miskovits y Shivas Ayyadurai, éste último estadounidense de origen indú.
Esos galenos sostienen que la mayoría de los virus que han afectado a la humanidad no son naturales, sino que son creados por la transformación genética e inclusive, la doctora Miscovits se vio envuelta en una situación grave, al negarse a continuar un experimento que definió como deshonesto, relacionado con el virus del Ebola que se accionó para hacerlo más agresivo contra los seres humanos.
Particularmente el doctor Buttar, quien sirvió al ejército de Estados Unidos como militar, cuestiona tanto al asesor médico de la Casa Blanca, Anthony Fauci, como al director general de OMS, Tedros Adhanom Ghebreyeus.
De Fauci precisa que en 1981 participó y cofinanció la creación de una vacuna contra el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), sin que esa enfermedad se conociera para esa fecha, pues la misma fue detectada tres años después, en 1984 y se pregunta ¿cómo pudo éste adelantarse en el tiempo? Cómo sabía que esa enfermedad aparecería un poco más tarde?
Dice no explicarse cómo éste señor sabía tres años antes que vendría un virus al que llamó la enfermedad de los gay o los homosexuales y cuya vacuna causó, según afirma, un daño enorme a sus usuarios, indicando que Fauci tiene un historial de siempre imponer sus ideas, constantemente en busca de ventajas para él y para quienes asegura, están detrás suyos.
El doctor Anthony Fauci es un médico norteamericano, especializado en inmunología y reumatología, es director del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas. Se le señala como uno de los líderes de la lucha contra el VIH SIDA en Estados Unidos. A nivel público tiene un gran prestigio y buena valoración.
Es descendiente de italianos, hijo de un matrimonio católico, integrado por un farmacéutico y una ama de casa. Se graduó en medicina en el College of th Holy Cross, en 1962 y también hizo un doctorado en la Universidad Cornell, en 1966. Es miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, en 2008 recibió la medalla presidencial de la libertad.
De sus 79 años de edad, lleva 50 trabajando para los distintos gobiernos estadounidenses, lidiando con presidentes de los partidos tanto Demócrata, como Republicano. Pese a ese historial como servidor público, el doctor Buttar cita el hecho de que el doctor Fauci es un rival permanente del presidente de Estados Unidos, Donald Trump y que lo ha sido de otros.
Cita como evidencia que Trump plantea que hay dos medicamentos que combinados pueden aliviar a los contagiados de COVID-19 y que hay médicos que han demostrado que es 99 por ciento seguro. Son la Hidroxicloriquina y Zitromax, pero de inmediato el asesor médico dice que esos productos no están certificados y desautoriza su uso.
Buttar explica que Fauci está promoviendo, junto a otros a quienes dice que representa, una vacuna que está por crearse y que, en consecuencia, no se sabe cuál será su resultado y cuestiona si eso no evidencia un conflicto de intereses entre sus funciones públicas y su participación en actividades meramente comerciales.
Sostiene que el asesor médico de la Casa Blanca ha sido demandado por esos alegados conflictos de intereses en los que estaría involucrado y que de eso tendrán que encargarse los tribunales, en los que el funcionario deberá aclarar su situación.
Recordó el caso de la doctora Miskovits, a quien señala que Fauci amenazó e incriminó, llevándole a la cárcel por 5 años, debido a que ella se rehusó a continuar un experimento sobre el virus del ébola, que según ella era usado con fines deshonestos.
La profesional de la medicina puso a circular a mediados de mayo un libro al que tituló ¨Vacunas Plaga de Corrupción¨. Se anticipa que su contenido desnudará una cruel realidad y es que la censura existe y que se aplica para tratar siempre de evitar que fluya la verdad.
El doctor Buttar agregó que no sabe cómo definir el COVID-19, pero que no se trata de un virus y que eso lo saben muchos médicos, pero temen hablar del tema, porque los tienen censurados y amenazados.
Esas afirmaciones coinciden con médicos italianos que citan investigaciones realizadas en medio de la pandemia que evidencia que más que un virus, el COVID-19 parece ser una bacteria que podría ser tratada con antibióticos y otros medicamentos que podrían evitar tantas muertes.
