Mi Ventana Óptica Por Alejandro Almánzar Muchos preguntaran, por qué persisto en buscar la parte positiva a una pandemia, que desde...
Mi Ventana Óptica
Por Alejandro Almánzar
Muchos preguntaran, por qué persisto en buscar la parte positiva a una pandemia, que desde su aparición por el Asia, tiene al mundo al garete, con muertes, contagio, y un odioso aislamiento social, pero no estoy imbuido de lo iluso.
Aprendimos de quienes han vivido muchas vidas, que de grandes tragedias, salen sabias y potentes soluciones, pero también, nuevas oportunidades, y como no hay guerra sin sangre, eso que nos llena de luto, impotencia y dolor, trae sus recompensas.
Licenciado Alejandro Almanzar |
Hace 1,500 años, que la tierra fue azotada por otra terrible pandemia, bautizada como la "Plaga de Justiniano", similar al Coronavirus, y el mundo no retrocedió, si no, que evolucionó, y hoy vemos sus avances en pro de la humanidad.
Como el Covid 19, llegó del extranjero, extendiéndose rápidamente desde los puertos a territorios lejanos, como visitante indeseable, y sin cura para enfrentarlo, los ciudadanos igualmente fueron confinados, buscando detener su propagación.
Los estragos no tuvieron la misma magnitud, porque era una época en que los países estaban aislados en término de comunicación y turismo,
Llegó una época, en que se contaban por miles los fallecidos diario sin enterrar, porque quienes cavaban, no daban abasto, hablo de la Peste bubónica, que atacó al mundo, entre 541 y 544, según lo relatado por Procopio de Cesarea.
Aunque inicio con esta historia, de eso no se trata, y sólo intento con esto demostrar como epidemias desenmascaran la desigualdad, como lo hace el Coronavirus hoy, ante un mundo lleno de riquezas, pero concentradas en unas pocas manos.
Por eso, cobra mucho peso la advertencia del Washington Post, en uno de sus editoriales, a esa minoría poderosa y cruel, "o muere este Capitalismo salvaje, o la Civilización”, porque está comprobado que juntos es imposible coexistir.
Y es fácil saber quién es la víctima, pues el Coronavirus vino a ridiculizar un sistema donde para acumular bienes, no se detiene frente a nada, ni nadie, y esta última resistirá hasta derramar su última gota de sangre y sudor evitando perecer.
Con su desolación, dice que Capitalismo, Neoliberalismo y Globalización se van, que su arrogancia es señal de debilidad. Vino a mostrar la impotencia de las Potencias, a quienes un bichito insignificante les desbordó la capacidad de respuestas.
También reveló, la indolencia de los representantes de estos despiadados modelos, a quienes sólo les preocupa lo económico, sin detenerse a meditar en la tragedia que viven la gente, viendo a sus deudos ir a parar a una fosa común.
Es la premura del presidente Trump por abrir la Economía, mientras los ciudadanos mueren, porque no hay respuesta a su demanda de salud, como si quisiera imponerse a la Naturaleza, o a quienes en esa lucha de intereses trajeron el Coronavirus.
Y si finalmente este sistema desigual y perverso no muriera, por lo menos, este fenómeno lo deja al desnudo, demostrando que el poder político, económico y social que engendra es tan frágil como la luz de una vela en medio de la tormenta.
Pero no sólo refleja esa desigualdad, también se lleva las aspiraciones reeleccionistas del presidente Trump, que hasta iniciado el evento, la tenía asegurada, y su torpeza enfrentándola, lo tiene derrotado actualmente. Esta pandemia le enrostra a los dueños del mundo las injusticias acumuladas, recordándoles, el verdadero poder reside en eso que ni siquiera pueden ver, ni tocar, ojalá, lo aprendan.