Por Manuel Vólquez Algunos hombres se suicidan cuando asesinan a sus parejas sentimentales (novias), esposas y ex esposas. Toman la dec...
Por Manuel Vólquez
Algunos hombres se suicidan cuando asesinan a sus parejas sentimentales (novias), esposas y ex esposas. Toman la decisión de despojarse de la vida para no enfrentarse a la justicia, pues saben que los condenarán a 30 años de prisión.
La otra razón es que así no tendrán que avergonzarse ante sus familiares por la acción cometida o correr el riesgo de ser asesinados en la cárcel a manos de algún prisionero por encargo de los familiares de las víctimas. El cargo de conciencia no los dejaría vivir.
Lo ideal sería que no se suiciden para que la justicia se encargue de ellos. Pero se corre el riesgo de que estos pudieran salir de prisión al cumplir la mitad de la pena bajo el manoseado alegato de que mantuvo “un comportamiento ejemplar” en prisión.
Muchos hombres han asesinado a sus parejas luego de salir de la cárcel, lo que indica que no tuvieron ningún asomo de arrepentimiento detrás de las rejas, tal como ocurrió con la abogada Anibel González Ureña en San Pedro de Macorís. Otros las matan, pese a existir una orden de alejamiento dictada por el Ministerio Público. La cacería de mujeres ya es una pandemia.
En lo que va del año 2019, unas 70 mujeres han sido asesinadas de acuerdo con las estadísticas reseñadas por los medios de comunicación. Los datos oficiales no son exactos debido a que, por razones políticas, las autoridades los maquillan para minimizar los efectos que esos hechos producen en la población.
El 10 de noviembre de 2019, la Procuraduría General de la República aseguró que en el año 2019 la República Dominicana registra la tasa más baja de feminicidios ocurridos en los últimos catorce años, con un total de 62 casos reportados.
A través de un comunicado, el organismo resaltó que el pasado año la tasa de los feminicidios se redujo en un 22% y que este año 2019 continúa con igual tendencia hacia la baja en un 25%, “como resultado del impacto que van teniendo las acciones del Plan Nacional Contra la Violencia de Género”.
Si cada tres días en República Dominicana matan a una mujer, como publican los medios, entonces serían dos por semana, o sea 8 al mes y 96 al año. Entonces las estadísticas oficiales no son correctas. Simple matemática.
La premeditación, la acechanza y la alevosía son los elementos que tipifican este tipo de crímenes. Son asesinatos y arrastran consecuencias penales. El portal de la revista Jurinet.com.do y el Código Penal Dominicano nos dan una idea acabada del concepto asesinato.
“Considerando, que la premeditación y la acechanza son dos condiciones sine qua nom al momento de calificar un hecho como asesinato, consistiendo la primera en el designio formado antes de la acción, de atentar contra la persona de un individuo determinado, o contra la de aquel a quien se halle o encuentre, aún cuando ese designio dependa de alguna circunstancia o condición; y la segunda en esperar, más o menos tiempo, en uno o varios lugares, a un individuo cualquiera, con el fin de darle muer te, o de ejercer contra él actos de violencia, que en el caso de que se trata, contrario a lo alegado, no se encuentran configuradas estas condiciones para calificar el hecho como asesinato, ya que, tal y como estableció esa alzada, la expresión del imputado en el sentido de decir que iba a matar al occiso, no fue producto de un pensamiento reflexivo, sino de su alteración anímica del momento, por lo que procede rechazar también este alegato, quedando confirmada la decisión”.
El tercer elemento, la alevosía, ocurre cuando se mata a una persona con violencia, saña y sin remordimiento, como hizo Víctor Alexander Portarreal Mendoza (Chamán Chakra) en febrero del 2018 cuando asesinó a puñaladas a su pareja Reyna Isabel González, de ahorcar a un menor de 13 años de edad colgándolo en la barra de un closet y también de violar a dos hijastras de once y seis años, a quienes luego mató.
Después de cometer el crimen se fue a la playa a disfrutar con algunos amigos. Nos el único matón con ese comportamiento. Marlon Martínez, el asesino de Emely Peguero, una adolescente de 16 años cuya muerte causó conmoción en República Dominicana, participó en la búsqueda de la víctima junto a los familiares pese a que la descuartizó e introdujo sus restos en una maleta y los ocultó varios días. Incluso grabó un vídeo que subió a las redes sociales en el que le imploraba a la joven que retornará ante la familia.
De nada ha valido la aplicación del Plan Nacional Contra la Violencia de Género, de la realización de numerosas cumbres y seminarios de especialistas de la conducta frente a este tétrico fenómeno.
Mientras, siguen matando mujeres y no hay medidas efectivas para frenar esa “hemorragia de feminicidios”, como dijo el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Luis Henry Molina, o una “pandemia bochornosa” como declaró el presidente Danilo Medina al referirse a la violencia que sufren las mujeres y niñas.
Algo habrá de hacerse para erradicar por siempre este fenómeno social que a todos nos preocupa. Y solo se erradica si hay voluntad política.