Por: Javier Fuentes
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Esta última parte
del artículo se centrará en el aspecto político, sin abordar la crisis
migratoria, el sistema de salud pública ni la educación como un asunto de
seguridad nacional en EE.UU.
Del mismo modo,
el problema del consumo y tráfico de
drogas provenientes del extranjero los trataré en artículos posteriores.
Estos análisis se
realizarán por separado, basándome en cifras oficiales de instituciones
públicas y privadas, con el fin de exponer el impacto del alto consumo de
fentanilo, cocaína, marihuana y cócteles de diversas sustancias, que cada año
cobran la vida de miles de jóvenes.
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Lic. Javier Fuentes |
Asimismo,
analizaremos algunas de las consecuencias de la deserción escolar en la
educación secundaria y universitaria, y el impacto de las pandillas y crímenes
vinculados a esta problemática.
Pero lo más
triste es ver a esos adolescentes como zombies, convertidos en “homeless” en
cualquier esquina, avenida o subway.
Debo reconocer
que esta situación no es exclusiva de ciertas edades, sino un mal nacional que
forma parte de los desafíos que la nueva Administración Trump debe resolver.
La mejor, o una
de las formas, de entender la decadencia de un país es medirla por el alto
consumo de drogas. Fue lo que “hizo Inglaterra con China” (1796-1860) y,
guardando el contexto, es lo que sucede en Estados Unidos hoy y podría ocurrir
en cualquier otro país mañana.
Es bien sabido
que los buenos niveles de salud y educación son inversamente proporcionales al
desarrollo de un país, lo que le permite generar riqueza económica.
Si en este análisis
usamos la analogía de compra y venta, nunca veremos al “señor esclavista”
comprar un esclavo enfermo o débil, ni a cualquiera de nosotros adquirir un
carro con el motor fundido. Esta es la lógica de la competencia, no la de los
aranceles como mecanismo de protección.
Queda
sobreentendido que cualquier país necesita una juventud sana y educada para
competir.
Siguiendo con los
puntos de análisis, presentamos el 5to: El Disgusto por las Sanciones y la
Resistencia Global.
Las acciones de
Washington están minando la confianza global y son vistas como un error en la
estrategia para “Make America Great Again”. La implementación de aranceles y
sanciones económicas contra China, Rusia y otros países ha generado un gran
descontento a nivel internacional.
Las sanciones
impuestas tras la anexión de Crimea en 2014 y, posteriormente, después de la
operación militar contra Ucrania, junto con las crecientes tensiones con
Occidente, han acelerado los esfuerzos de Moscú por desvincularse del sistema
financiero estadounidense.
Este proceso se
intensificó aún más tras la confiscación de 300 mil millones de dólares de sus
reservas en bancos internacionales.
Un ejemplo claro
es la declaración del canciller ruso Serguéi Lavrov:
“Nos han robado
nuestro dinero. Simplemente lo decidieron y lo robaron. La mayor parte de ese
dinero lo recibimos como pago por los suministros de gas” (22 de mayo de 2022,
NOR SEVAN).
Asimismo, el
Ministerio de Exteriores de Rusia, citado por Sputnik, afirmó:
“Los pagos por
los recursos energéticos rusos se realizaban a través de bancos occidentales.
Tras la imposición de sanciones a Rusia, las reservas acumuladas fueron
congeladas por las autoridades de EE.UU. y la UE, lo que supone un robo de más
de 300 mil millones de dólares”.
El economista
Jeffrey Sachs ha argumentado que “las sanciones unilaterales afectan
negativamente la reputación global de Estados Unidos”.
En su opinión,
“las sanciones refuerzan la idea de que Estados Unidos actúa de manera
imperialista, lo que socava su credibilidad y poder de influencia en la
diplomacia internacional”.
En respuesta,
Rusia ha comenzado a diversificar sus reservas y a adoptar un enfoque más
pragmático en la selección de sus socios comerciales y monetarios.
Sergey Glazyev,
en sus análisis sobre el sistema económico global, sostiene que “el uso
excesivo de las sanciones por parte de Estados Unidos ha llevado a muchos
países a buscar alternativas al sistema SWIFT y al dólar, promoviendo una
desdolarización global que es percibida como una forma de restablecer un sistema
económico más justo y menos dependiente de la hegemonía estadounidense”.
Esta tendencia
está fortaleciendo las alianzas entre Rusia, China, Irán, Venezuela, Corea del
Norte, Brasil, países africanos y otras economías emergentes, que buscan crear
un Nuevo Orden Financiero Multipolar.
6to)– La
Subestimación de China
Henry Kissinger y
Zbigniew Brzezinski, dos de los más grandes geoestrategas políticos
estadounidenses, fueron los arquitectos de la apertura de China al mercado
mundial.
“Hace casi
cuarenta años, el presidente Richard Nixon me concedió el honor de enviarme a
Pekín para restablecer el contacto con un país clave en la historia de Asia,
con el que Estados Unidos no había tenido relaciones de alto nivel en más de
veinte años.” (China, Henry Kissinger; 2011).
Cabe destacar que
esta obra fue escrita en Punta Cana.
“He dedicado
China a Annette y Óscar de la Renta. Empecé el libro en su casa de Punta Cana y
lo terminé allí. Su hospitalidad ha constituido una faceta más de una amistad
que ha proporcionado alegría y profundidad a mi vida.” – Henry A. Kissinger,
Nueva York, enero de 2011.
Siguiendo con el
relato, ambos estrategas operaban bajo el supuesto de que China jamás
alcanzaría un ascenso que rivalizara con EE.UU.
Brzezinski explicó
que “Estados Unidos estaba deseoso de avanzar hacia la normalización total de
las relaciones con Pekín. El acuerdo para hacerlo se anunció oficialmente el 15
de diciembre de ese mismo año. Esta es una de las contribuciones más duraderas
de Brzezinski a la política exterior estadounidense” (Zbigniew Brzezinski, La
Visión Hegemónica de Estados Unidos).
Estos dos genios
de la Guerra Fría creyeron que, al integrar a China en el comercio global y
separarla progresivamente de Rusia, Estados Unidos podría mantener su hegemonía
y llenar el mercado con productos Made in USA.
En El gran
tablero mundial, Brzezinski presenta a China como una “nación periférica, un
actor cuya ascensión podría ser contenida a través de la diplomacia y las
relaciones estratégicas de Estados Unidos”.
Sin embargo, no
anticipó que el poder de China no solo radicaría en su economía, sino también
en su capacidad para forjar un sólido sistema de alianzas y avances
tecnológicos que desafiarían el dominio estadounidense.
La creciente
inversión en educación y tecnología de punta ha permitido a China superar las
expectativas de muchos analistas. Actualmente, se ha posicionado como líder
mundial en infraestructura tecnológica, 5G, inteligencia artificial, física
cuántica y mecatrónica, entre otras áreas.
Con la Iniciativa
de la Ruta de la Seda, China ha creado rutas comerciales alternativas y
promovido una red de infraestructuras tecnológicas y logísticas, desafiando el
control tradicional de los mares y puertos, lo que fortalece su influencia y
erosiona la hegemonía de Estados Unidos.
A esto se suma un
hecho innegable: en cada cónclave internacional, China cierra acuerdos
comerciales estratégicos con múltiples países.
¿Y Estados
Unidos? No way, José.
El Talento Chino
en Tecnología: Un Reconocimiento Global
Tim Cook, CEO de
Apple, ha enfatizado en varias entrevistas el notable nivel de habilidad y
capacidad de los ingenieros y desarrolladores chinos.
En una
conversación sobre innovación tecnológica, Cook mencionó:
“En un salón pequeño
de trabajo, probablemente haya solo 10 ingenieros estadounidenses, mientras que
en ese mismo espacio no caben todos los ingenieros chinos.”
Este comentario
refleja no solo la cantidad, sino también la intensidad de la formación y el
compromiso con la innovación en China.
Pero no es solo
Cook quien ha señalado esto. Bill Gates, fundador de Microsoft, también ha
reconocido el impresionante avance del talento chino.
Gates ha afirmado
en repetidas ocasiones:
“China está
invirtiendo significativamente en educación tecnológica y en la formación de
ingenieros capaces de competir con las mejores mentes de Silicon Valley.”
Además, ha
señalado que “las universidades chinas están produciendo miles de graduados en
ingeniería y tecnología, muchos de los cuales se están convirtiendo en
competidores directos de sus contrapartes occidentales”.
El entrenamiento
en inteligencia artificial (IA) y blockchain ha sido un pilar fundamental del
ascenso tecnológico chino.
Según Gates, “la
inversión en estos campos es crucial para que China se mantenga a la vanguardia
tecnológica. El talento chino está a la altura de los grandes líderes
tecnológicos de Estados Unidos”.
Este tipo de
declaraciones reflejan el profundo cambio en el panorama global.
Si Trump
realmente quiere “Make America Great Again”, tendrá que trabajar duro.
Las universidades
chinas han escalado en los rankings mundiales y ahora compiten con las
principales instituciones de investigación del mundo. Sus ingenieros y
científicos no solo rivalizan con sus pares occidentales, sino que lideran
innovaciones que Estados Unidos no había previsto.
Este fenómeno
proyecta a China como una potencia tecnológica global, capaz de desafiar no
solo a empresas como Apple, Cerebras Systems, Nvidia o Microsoft, sino también
a las instituciones académicas que históricamente han sido consideradas el
estándar mundial.
A esto se suma
otro desafío para la Administración estadounidense: las mejores universidades
de Estados Unidos y Europa están llenas de estudiantes chinos, mientras que los
estudiantes occidentales están cada vez más atrapados en el consumo de cocaína
y fentanilo.
El Declive de
EE.UU. y el Ascenso de China
El declive de la
hegemonía estadounidense y la consolidación de China, junto con el bloque
BRICS, representan una transformación radical en el equilibrio de poder
mundial.
Los desafíos
geopolíticos, la reestructuración económica y el avance tecnológico de China
han acelerado la caída del imperio estadounidense, mientras que la resistencia
de las naciones emergentes impulsa la consolidación de un mundo multipolar.
Un proceso que
será difícil de revertir.
Los aranceles,
sanciones y el control del dólar ya no parecen ser suficientes para mantener la
supremacía global de EE.UU.
China, con su
innovación tecnológica, sus inversiones en infraestructura y su creciente
influencia política y económica, y Rusia, con su poder nuclear, lideran un
grupo de naciones que están reconfigurando el orden global.
El sistema SWIFT
y el dólar como moneda dominante están siendo reemplazados por alternativas
emergentes, lo que refuerza la necesidad de un cambio de paradigma en el
sistema financiero internacional.
El talento y la
capacidad de adaptación de China, reconocidos incluso por figuras como Tim Cook
y Bill Gates, reflejan el alcance de esta transformación, que amenaza con dejar
atrás al tradicional poder económico y tecnológico de Estados Unidos.
En conclusión:
Todo lo expuesto
justifica la decisión de Trump de retirar a EE.UU. de los acuerdos climáticos,
reactivar las perforaciones y la comercialización de hidrocarburos, lo que
implica el resurgir de los motores a combustión, así como la imposición de
aranceles y sanciones.
Desde una
perspectiva ideológica, dentro del populismo nacionalista de derecha, Trump
busca devolverle el orgullo a Estados Unidos y evitar la pérdida de su espacio
hegemónico.
Después de este
análisis, cifras y desafíos para Trump y EE.UU., surgen varias preguntas clave:
¿Pueden los
aranceles y sanciones detener una economía de la envergadura de China y los
países que la respaldan?
¿Qué hará la
nueva Administración Trump para revertir el contexto interno y externo y
realmente “hacer América grande otra vez”?
¿Permitirá Trump
que la credibilidad y la hegemonía de EE.UU. sigan en declive?
¿Restaurará el
orgullo de EE.UU. o recurrirá a la guerra para lograrlo?
“How to Make America Great Again”… ¿Es una respuesta
que todos quieren conocer o simplemente una consigna?
¡Ya veremos!