Por: Arcadio Lugo Puello Al fragor de los embates de la pandemia mundial del Coronavirus y las estadísticas indelebles de los casos de...
Por: Arcadio Lugo Puello
Al fragor de los embates de la pandemia mundial del Coronavirus y las estadísticas indelebles de los casos de infectados y número de fallecidos que han ido en escala ascendentes desde sus inicios hace innegable la gran incertidumbre que se ha generado por los trastornos que se han palpado en la vida cotidiana y en el ámbito institucional, obviamente que Republica Dominicana no es la excepción en el mundo, sino uno más de los eslabones de la cadena de países lacerados por este fenómeno.
En la víspera de inicio en el año escolar (2020 –2021) en República Dominicana se ha desatado un avispero revestido de múltiples contradicciones, unas de forma y otras de fondo, justamente arrastradas por circunstancias ineludibles por el momento: a) presencia de la pandemia, b) cambio del gobierno central c) inicio del año escolar, d) transición de lo análogo a lo virtual, e) cambio de partido en la administración pública, entre otros aspectos que al confluir en el espectro político – social de la República dominicana han provocado lluvias de opiniones de diversas fuentes y colores, unas con más y otras con menos luz que otras pero todas quieren prevalecer ante las tomas de decisión.
En los resultados o consecuencias de inicio del año escolar las autoridades salientes no cargarían tanto con ese fardo, no así las entrantes que son las responsables de dar el seguimiento a dicho proceso y al logro de los objetivos del proceso enseñanza -aprendizaje corren el riesgo de que al lanzar millares de estudiantes de diferentes edades y modelos de comportamientos disímiles en un momento tal en el que hasta los adultos equilibrados les resulta difícil franquear la ola de contaminación que se ha generado por la indetenible propagación de esta pandemia sería algo sumamente serio, de ahí que es un imperativo del momento decidir con suma cautela respecto a este renglón ya que se trata de vidas, vidas que si se van no vuelven.
La nueva normalidad o simplemente la nueva vida, o nuevo modelo donde lo virtual le ha arrancado una gran parte a los presencial y con los augurios de que no hay vuelta atrás, significa manejarse dentro del marco de esta realidad donde el Ministerio de Educación de la República Dominicana tiene la responsabilidad insoslayable de darle vida al próximo año escolar pero también la de evitar una catástrofe de grandes proporciones en el seno de las escuelas, por tanto consideramos que posponer el año escolar no significa pérdida total, simplemente es hacer un reajuste del llamado CALENDARIO ESCOLAR y en lugar de empezar en agosto hacerlo en enero y en los meses de agosto a enero preparar de manera sabía todo en andamiaje imprescindible para el desarrollo de los programas educativos.
Y, avalo lo de transferir el inicio del año escolar en dos parámetros uno CIENTIFICO, donde el Dr. José Joaquín Puello, neuro – cirujano dominicano dice lo siguiente: “ si estuviera en mis manos le aconsejara al presidente electo, Luís Abinader, que posponga el año escolar para enero para evitar que los niños se enfermen con COVID-19 y contagien a sus padres y, que espere hasta que se definan los temas de las vacunas y los medicamentos contra el coronavirus, que ya se están probando en humanos.” (periódico digital, Al Momento .net. 14/7/2020).
Entonces en ese preámbulo o espacio de tiempo podría el cuerpo técnico del Ministerio de Educación preparar y ambientar a los componentes de la comunidad educativa, alumnos, maestros, padres, conserjes, orientadores, sicólogos, sociólogos entre otros para que lleven luz a los diferentes aspectos que conforman la estructura del organigrama educativo dominicano y así llevar a feliz término el año escolar.
El segundo parámetro es el TECNICO, el que va a delinear todos los reajustes necesarios y que van a plantear las estrategias que mostrarán que, si es posible empezar en enero 2020 y terminar el año al final de julio, es decir, en 7 meses, que bien condensados serian prudentes para desarrollar el calendario escolar para entonces dar unas vacaciones que irían de julio a setiembre, quizás hasta mitad de septiembre y ahí dar inicio al nuevo año escolar 2021-2022.
Mi experiencia vivida me dice que es posible ya que existía el calendario escolar llamado calendario cafetalero, donde las clases empezaban en enero y terminaban en septiembre. Mi experiencia, primero como estudiante y después como docente en sistema me dicen que es posible y que además nos indica que no sería algo nuevo, es cuestión de que el Ministro se siente con sus técnicos a planificar partiendo de la nueva normalidad y del concepto de Planificar que no es más que “prever antes de actuar para después de actuar no lamentar”.
De igual manera se escucha el clamor del gremio magisterial, la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) que postula en la misma dirección que la mayoría, subrayando la dificultad que existe, en principio, para empezar el año escolar, entonces ante este torrente de objeciones se vislumbra a plenitud la imposibilidad del inicio normal del año escolar dando señales claras de que hay que valerse de los nuevos mecanismos, instrumentación, métodos y técnicas que las circunstancias presentan, internet, televisión, radio y cualquier otra fórmula que permita el distanciamiento físico y que sea viable para la trasmisión de los conocimientos que formarán el edificio del saber del estudiantado
Es un imperativo en la actual coyuntura sopesar profundamente las decisiones a tomar, ya que el elemento principal de lo aquí conjugado lo forman “los estudiantes,” porque su alto riesgo de vulnerabilidad llama a los más sensatos y con un mayor nivel de raciocinio a velar por ellos en todo momento en razón de que una buena parte de ellos no saben lo que quieren y a veces lo saben, pero no miden riesgos ni consecuencias para lograrlo y es cuando son presas fáciles del fracaso.