Mi Ventana Óptica Por Alejandro Almánzar Motivos de $ suficiente tienen resentidos, que se hacen llamar dominicanos en New York, pa...
Mi Ventana Óptica
Por Alejandro Almánzar
Motivos de $ suficiente tienen resentidos, que se hacen llamar dominicanos en New York, para organizar una Parada “dominico-haitiana”, cual cicuta, intentan hacernos beber su pócima de resentimiento contra la noble causa quisqueyana.
Es la vía que han encontrado usureros de la patria, para justificar fondos recibidos de organismos internacionales, “luchar a favor de la causa haitiana”, y así vivir sin trabajar, creándoles malestar a una comunidad que lucha con tesón por el progreso.
No los mueve ninguna preocupación por los haitianos, y sólo buscan vivir de la mejor manera, sin agotar jornadas duras de trabajo, porque mejor que nadie saben, La República Dominicana, es una realidad incuestionable, porque desgraciadamente, heredamos la maldita hispanidad.
Pero que les vaya bien, a esos que usando la tragedia haitiana, encontraron la mejor forma de darse una vida fácil, porque de estar realmente preocupados por esa empobrecida nación, gestionarían construirle escuelas y hospitales, donde las haitianas den a luz.
Si su preocuparan fuera la “suerte” haitiana, demandarían del gobierno de ese país no cobrarles tan altas suma de dinero a estas empobrecidas parturientas, para que no crucen la frontera a buscar ese servicio gratis, a costilla de los hijos de Duarte.
La comunidad quisqueyana en New York debe empoderarse de sus instituciones, y darles su merecido a quienes usan la tragedia haitiana para cebarse con nosotros. A parte de los errores que cometiera Nelson Peña, el movimiento de hacerlo saltar como organizador de la Parada Dominicana, estuvo sustentado en esos planes perversos, de quienes encontraron en él la resistencia a aceptar tan burda manipulación.
Es tiempo de hacer prevalecer el sitial alcanzado en New York, exigiendo la renuncia de estos mercenarios, que en busca de una fama infame, humillan a sus “representados”, aceptando que resentidos sociales se ceben con nuestra expresión cultural.
Las comunidades aquí celebran sus Paradas, y nunca hemos visto a los dominicanos invadírselas, porque no necesitamos quitarle un gentilicio a nadie, pues el que Duarte y Los Trinitarios nos legaron es suficiente para llevarlo con orgullo hasta el final de los días.
Quienes dirijen los destinos de estas actividades en nombre de La República Dominicana, deben ser personas integras, comprometidas con la dominicanidad, no aquellos abatidos por el resentimiento, el egoísmo y la envidia, por saber que Haití, del país más rico, pasó a ser el más pobre del Continente, de lo que pretenden culparnos.
Pero sin importar el poder que esté detrás, están condenados al fracaso, y tendrán como destino final, convivir con su veneno. El alcalde di Blasio, es parte de esa conjura contra una comunidad que lo único que ha hecho es darle un voto para ocupar la posición que ostenta hoy.
De nada ha servido decirle a nuestra gente, que es el único día que el ciudadano tiene valor, porque puede castigar la imprudencia de hombres como este funcionario. Dejar pasar ese momento, es como aquello, de “jamás te volverás a bañar, con el agua que por debajo del puente pasó”.
Una comunidad tan numerosa, no puede permitir que los maniatados por el resentimiento les impongan agendas personales, en detrimento de nuestros valores patrios, pues tenemos la guía de nuestros prohombres, para impedir nos distraigan del rumbo de progreso en que ellos nos embarcaron.